Como introducción
El pensamiento regular es que la depresión es un sentimiento negativo, una emoción destructiva, una de esas “taras” que a casi toda la humanidad le gustaría, simplemente, extirpar y negar, pero ¿es en verdad este “mal” como lo pintan y ven la mayoría de las personas?
En teoría, la depresión es un trastorno del estado de ánimo, reflejado en el abatimiento y la infelicidad que puede ser temporal o bien permanente. Nadie podría negar dicha definición (quienes la hemos sufrido sabemos que es así)
Sin embargo, a dicha definición le haría yo objetaría si en verdad un trastorno del estado de ánimo es negativo o que al inferir que uno siente infelicidad no se intuye que uno debe estar, necesariamente, todo el tiempo “feliz”.
Depresión: ¿algo por lo que temer?
Me resulta bastante extraño cuando tu le dices a cualquier conocido que has tenido depresión hace poco, o peor aún, que la vienes sufriendo, es decir, tan solo basta mirar la expresión de su rostro, me resulta como si en ellos hubiese caído una piedra enorme, de terrible dolor, de espantoso pesar. Es una expresión como si en una desgracia te hubieras sumergido. Para muchos si que lo es, para la gran mayoría, para mi y unos pocos más, no lo creo.
No miento cuando digo que en la última era, si, la era de la globalización, la tecnología, la sociedad de la información, el sistema de consumo, el mundo pos moderno es cuando se han registrado mayores casos de depresión. Por lo general la ciencia se remite a decirte muy tendidamente qué es la depresión, mas carecen de argumentos al momento de explicar por qué se produce la depresión. A mi criterio existen dos factores: los sociales y los personales.
El factor “social”
Cuando hablo de factores “sociales” intento englobar a aquellos asuntos de la sociedad moderna que afligen, reprimen la voluntad y acomplejan la mentalidad del ser humano. De este modo, no resulta raro ver que las personas se desviven por poseer todo aquello que el sistema de consumo nos impone constantemente en afiches, comerciales, textos, programas, “modelos a seguir”. De este modo, la depresión surge como consecuencia de la ansiedad, la ansiedad de no ser como los medios dictaminan, la ansiedad de querer poseer, obtener algo que realmente no necesitamos, el hecho de tenerlo e, incluso aún, seguir sintiendo la misma ansiedad, hasta mucho más fuerte, luego de eso, el siguiente paso es el vacío emocional, previo a este tipo de depresión.
A mi modo de ver, este tipo de depresión es una enfermedad más que otra cosa, pues nace como consecuencia de un sistema de valores decadentes que tan solo busca la automatización del ser humano, la enajenación de los sentidos, la pérdida de identidades (hecho concienzudamente por el orden establecido) para vaciarlo totalmente y llenarlo de una sin razón tan antinatural y anti humana que el propio ser no sabe como reaccionar sumiéndose en un círculo vicioso en el intento por tratar de hallarse a si mismo, sin saber que no podrá hacerlo.
Depresión
La depresión como factor personal es lo que podría denominarse (desde mi punto vista) como la DEPRESIÓN REAL al ser parte de un entorno, situaciones y problemas dentro de lo humanamente razonable, que devienen del accionar natural e instintivo de la vida personal de los seres humanos y en colectividad.
Se puede decir que la depresión se sustenta en una parte esencial de la naturaleza humana tan inherente como el solo hecho de amar u odiar; este deviene de un acto de amor no comprendido, más por acto de amor debe entenderse todo aquello que hacemos con gusto, voluntad y pasión cuando esto es rechazado, ignorado, distendido por los seres queridos, por quienes nos rodean, por el colectivo. La depresión es un acto de auto destrucción en si mismo, el cual conduce a una nueva interpretación del ser tal y como lo concebimos antes que este proceso apareciera.
En esto no hay nada de malo, nada que pueda horrorizar. Más allá de eso, la depresión es un proceso natural al que toda persona está expuesta, necesario de experimentar. La depresión es una parte del proceso de aprendizaje y de conocimiento de su propio ser, es un motor por medio del cual uno tiene la oportunidad de morir una y tantas veces sea posible, para renacer superior al individuo que fue antes; ese es el “valor agregado” que se le puede y debe dársele a esta experiencia.
La sabiduría y el gozo
La depresión no es como el amor, el amor no se enmarca dentro de los parámetros del conocimiento, la sabiduría, el aprendizaje, la superación; es cierto que este es una emoción-sentimiento maravilloso, digno de vivir y gozar, pero restringido a eso que, por su misma carga subliminal y endulzadora no puede conducir a lo antes mencionado; la depresión, en cambio, tiene una naturaleza tal que si permite llegar a esto.
En ese sentido, la depresión no debería significar tristeza ni aflicción, mucho menos horror, todo lo contrario, es el hecho de vivir el sentimiento depresivo, de disfrutarlo el tiempo que deba durar mas aún saber canalizarlo para, de este modo, permitir que nuestra persona salga fortalecida, madura, superada y con una conciencia aún mayor que la que teníamos antes de empezar este período. La depresión se debe disfrutar como se disfruta el sentimiento del amor, pues está al extremo de este sentimiento, así como está enajenada del odio, pues la depresión nace del dolor, la tristeza, la soledad, del desamor, la desesperanza, la escases de un ideal, no del odio, no de la ira, tampoco de la cólera furibunda. Es por eso que entender a la depresión de este modo, requiere de una mentalidad capaz de verlo así, presta a la disciplina del espíritu, de entender los procesos internos de una manera más allá del estándar establecido por la sociedad moderna que busca desarraigarnos de nuestras emociones primarias, personales y colectivas para volvernos autómatas fieles servidores del consumo y los estereotipos.
La debilidad del suicidio
Por otro lado, al entender la depresión de esta manera estamos negando, automáticamente, el cliché que hay al asemejar este estado con el suicidio; eso no es sino una debilidad de las personas. El suicidio responde, en este tiempo, a la debilidad de las personas a afrontar los embates de una vida que no terminan por entender (ahora ya no existe el suicidio por honor o cuando uno llega al entendimiento real que ya cumplió su ciclo de vida en la Tierra). La verdadera depresión no tiene, en lo absoluto, nada que ver con eso, pues trasciende las ideas de muerte por las ideas de disfrute, dolor, pena, así como las de superación, fortalecimiento y forja del orgullo individual una vez superada.
Toda depresión es superable, a mi criterio, por más fuerte que esta sea, por más tenebrosa y absorbente que resulte, se puede superar, la voluntad humana es más fuerte que todos sus procesos, mientras que la mente es la punta de lanza de todo desarrollo emocional, sentimental y cognitivo. Si dicen que el cuerpo puede curarse a si mismo, sucede de la misma manera con el espíritu sumergido en depresión real. No hace falta de un cuchillo, un frasco de pastillas o un precipicio para acabar con ella.
Cerrando
Para finalizar, tan solo queda por decir que el camino en la búsqueda del conocimiento es amplio y misterioso, los senderos por los que el ser humano debe atravesar son un océano tan vasto que pocas veces podemos lograr comprender la verdadera dimensión de sus intenciones; las opciones son muchas, variadas y diversas, una de ellas, una vital puesto que esta dentro del mismo humano es la depresión, ella puede marcar la diferencia entre lo que uno es y lo que aspira ser como ente individual conectado con su propio yo en la búsqueda de la supremacía del hombre introspectivo.
El pensamiento regular es que la depresión es un sentimiento negativo, una emoción destructiva, una de esas “taras” que a casi toda la humanidad le gustaría, simplemente, extirpar y negar, pero ¿es en verdad este “mal” como lo pintan y ven la mayoría de las personas?
En teoría, la depresión es un trastorno del estado de ánimo, reflejado en el abatimiento y la infelicidad que puede ser temporal o bien permanente. Nadie podría negar dicha definición (quienes la hemos sufrido sabemos que es así)
Sin embargo, a dicha definición le haría yo objetaría si en verdad un trastorno del estado de ánimo es negativo o que al inferir que uno siente infelicidad no se intuye que uno debe estar, necesariamente, todo el tiempo “feliz”.
Depresión: ¿algo por lo que temer?
Me resulta bastante extraño cuando tu le dices a cualquier conocido que has tenido depresión hace poco, o peor aún, que la vienes sufriendo, es decir, tan solo basta mirar la expresión de su rostro, me resulta como si en ellos hubiese caído una piedra enorme, de terrible dolor, de espantoso pesar. Es una expresión como si en una desgracia te hubieras sumergido. Para muchos si que lo es, para la gran mayoría, para mi y unos pocos más, no lo creo.
No miento cuando digo que en la última era, si, la era de la globalización, la tecnología, la sociedad de la información, el sistema de consumo, el mundo pos moderno es cuando se han registrado mayores casos de depresión. Por lo general la ciencia se remite a decirte muy tendidamente qué es la depresión, mas carecen de argumentos al momento de explicar por qué se produce la depresión. A mi criterio existen dos factores: los sociales y los personales.
El factor “social”
Cuando hablo de factores “sociales” intento englobar a aquellos asuntos de la sociedad moderna que afligen, reprimen la voluntad y acomplejan la mentalidad del ser humano. De este modo, no resulta raro ver que las personas se desviven por poseer todo aquello que el sistema de consumo nos impone constantemente en afiches, comerciales, textos, programas, “modelos a seguir”. De este modo, la depresión surge como consecuencia de la ansiedad, la ansiedad de no ser como los medios dictaminan, la ansiedad de querer poseer, obtener algo que realmente no necesitamos, el hecho de tenerlo e, incluso aún, seguir sintiendo la misma ansiedad, hasta mucho más fuerte, luego de eso, el siguiente paso es el vacío emocional, previo a este tipo de depresión.
A mi modo de ver, este tipo de depresión es una enfermedad más que otra cosa, pues nace como consecuencia de un sistema de valores decadentes que tan solo busca la automatización del ser humano, la enajenación de los sentidos, la pérdida de identidades (hecho concienzudamente por el orden establecido) para vaciarlo totalmente y llenarlo de una sin razón tan antinatural y anti humana que el propio ser no sabe como reaccionar sumiéndose en un círculo vicioso en el intento por tratar de hallarse a si mismo, sin saber que no podrá hacerlo.
Depresión
La depresión como factor personal es lo que podría denominarse (desde mi punto vista) como la DEPRESIÓN REAL al ser parte de un entorno, situaciones y problemas dentro de lo humanamente razonable, que devienen del accionar natural e instintivo de la vida personal de los seres humanos y en colectividad.
Se puede decir que la depresión se sustenta en una parte esencial de la naturaleza humana tan inherente como el solo hecho de amar u odiar; este deviene de un acto de amor no comprendido, más por acto de amor debe entenderse todo aquello que hacemos con gusto, voluntad y pasión cuando esto es rechazado, ignorado, distendido por los seres queridos, por quienes nos rodean, por el colectivo. La depresión es un acto de auto destrucción en si mismo, el cual conduce a una nueva interpretación del ser tal y como lo concebimos antes que este proceso apareciera.
En esto no hay nada de malo, nada que pueda horrorizar. Más allá de eso, la depresión es un proceso natural al que toda persona está expuesta, necesario de experimentar. La depresión es una parte del proceso de aprendizaje y de conocimiento de su propio ser, es un motor por medio del cual uno tiene la oportunidad de morir una y tantas veces sea posible, para renacer superior al individuo que fue antes; ese es el “valor agregado” que se le puede y debe dársele a esta experiencia.
La sabiduría y el gozo
La depresión no es como el amor, el amor no se enmarca dentro de los parámetros del conocimiento, la sabiduría, el aprendizaje, la superación; es cierto que este es una emoción-sentimiento maravilloso, digno de vivir y gozar, pero restringido a eso que, por su misma carga subliminal y endulzadora no puede conducir a lo antes mencionado; la depresión, en cambio, tiene una naturaleza tal que si permite llegar a esto.
En ese sentido, la depresión no debería significar tristeza ni aflicción, mucho menos horror, todo lo contrario, es el hecho de vivir el sentimiento depresivo, de disfrutarlo el tiempo que deba durar mas aún saber canalizarlo para, de este modo, permitir que nuestra persona salga fortalecida, madura, superada y con una conciencia aún mayor que la que teníamos antes de empezar este período. La depresión se debe disfrutar como se disfruta el sentimiento del amor, pues está al extremo de este sentimiento, así como está enajenada del odio, pues la depresión nace del dolor, la tristeza, la soledad, del desamor, la desesperanza, la escases de un ideal, no del odio, no de la ira, tampoco de la cólera furibunda. Es por eso que entender a la depresión de este modo, requiere de una mentalidad capaz de verlo así, presta a la disciplina del espíritu, de entender los procesos internos de una manera más allá del estándar establecido por la sociedad moderna que busca desarraigarnos de nuestras emociones primarias, personales y colectivas para volvernos autómatas fieles servidores del consumo y los estereotipos.
La debilidad del suicidio
Por otro lado, al entender la depresión de esta manera estamos negando, automáticamente, el cliché que hay al asemejar este estado con el suicidio; eso no es sino una debilidad de las personas. El suicidio responde, en este tiempo, a la debilidad de las personas a afrontar los embates de una vida que no terminan por entender (ahora ya no existe el suicidio por honor o cuando uno llega al entendimiento real que ya cumplió su ciclo de vida en la Tierra). La verdadera depresión no tiene, en lo absoluto, nada que ver con eso, pues trasciende las ideas de muerte por las ideas de disfrute, dolor, pena, así como las de superación, fortalecimiento y forja del orgullo individual una vez superada.
Toda depresión es superable, a mi criterio, por más fuerte que esta sea, por más tenebrosa y absorbente que resulte, se puede superar, la voluntad humana es más fuerte que todos sus procesos, mientras que la mente es la punta de lanza de todo desarrollo emocional, sentimental y cognitivo. Si dicen que el cuerpo puede curarse a si mismo, sucede de la misma manera con el espíritu sumergido en depresión real. No hace falta de un cuchillo, un frasco de pastillas o un precipicio para acabar con ella.
Cerrando
Para finalizar, tan solo queda por decir que el camino en la búsqueda del conocimiento es amplio y misterioso, los senderos por los que el ser humano debe atravesar son un océano tan vasto que pocas veces podemos lograr comprender la verdadera dimensión de sus intenciones; las opciones son muchas, variadas y diversas, una de ellas, una vital puesto que esta dentro del mismo humano es la depresión, ella puede marcar la diferencia entre lo que uno es y lo que aspira ser como ente individual conectado con su propio yo en la búsqueda de la supremacía del hombre introspectivo.
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