Subiendo en aires
Para muchas personas alrededor del mundo, las drogas son el veneno de la sociedad, aquella sustancia que está condenando a la juventud y a muchos adultos a una vida parásita, sin objetivos ni metas, sin presente ni futuro. El Perú no es la excepción y, en plena campaña presidencial los postulantes al “sillón de Pizarro” salen a dar su opinión sobre si se debe legalizar y despenalizar el consumo de estos alucinógenos o todo lo contrario.
La propuesta dicha y luego rectificada la lanzó el ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006), la misma que, no pasadas muchas horas, todo el mundo saliera a criticarle por tal comentario; Toledo, fiel a su estilo poco serio, dijo que no había dicho lo que dijo, sino al revés (típico) y es que así comenzó todo el asunto de legalizar o no el consumo de drogas en el país.
La verdad es que es un tema complejo, teniendo en cuenta que somos un país productor de droga, sobre todo de cocaína, y habiendo voces muy fuertes e influyentes que pretenden eliminar todo rastro de la hoja sagrada en nuestro país (la solución no es que nosotros la dejemos de elaborar, sino que en Estados Unidos y Europa se la dejen de aspirar), otro punto es que la sociedad peruana tiene los estigmas y complejos respecto al consumo de drogas; en tal sentido, no me parece exagerado decir que el común denominador vea en cualquier “consumidor” a un adicto, un junkie sin salvación, ni remedio, un paria de la sociedad; y tercero que el tema se está usando y se usará políticamente.
Hablando de los im”pases”
Sobre lo primero, muchos opinan que permitir el consumo es abrirle la puerta al narcotráfico, a actuar con impunidad, lo cual es totalmente falso, desde mi punto de vista pues, si bien la producción y el consumo están ligados, esto tampoco los hace inseparables uno del otro, presente siempre está el ejemplo de Holanda, pero nunca faltan en este lado del mundo los puristas y monásticos que creen que volándose toda la selva productora van a acabar con el problema. Ahora, la erradicación del cultivo de coca pasa por darle la alternativa a los campesinos de cultivar un producto igual de rentable que la coca y no como se ha tratado tontamente de hacerlo con productos de valor increíblemente menor, lo que ha hecho que los agricultores retomen su viejo oficio.
En el segundo punto, el referido a los estigmas y complejos de la sociedad peruana respecto al tema drogas, es uno de los mayores impedimentos para que esto se llevara a cabo. La mentalidad peruana tiene programado en su psique que las drogas sin importar el grado de consumo, son malas. De ese modo, no es de esperar que muchas veces se suela decir “prefiero que seas un borracho a un fumón” cuando la bebida, el alcohol, es también una droga igual de adictiva que la marihuana, la cocaína y tantas más, sin embargo, el consumo de alcohol es aceptado y visto con orgullo, no se si un mal necesario, pero si una costumbre bien aceptada. En ese sentido, sería contraproducente una ley de aprobación de consumo dada la falta de madurez de la población respecto a este tema, y porque creo, casi con seguridad, que los consumidores peruanos, al menos en un primer momento dispararían los índices de consumo a nivel nacional, haciendo impopular la ley, dando la “razón” al sector conservador en contra y obligando a anular dicha ley. Lo mismo que nada.
El tercer punto, el uso político que se le va a dar al tema le restará la seriedad e importancia que amerita. Los políticos han salido en medios de comunicación dando declaraciones en contra del consumo, contra de la despenalización y legalización del mismo, sin embargo, y sin temor a equivocarme, lo hacen por la simple razón que avalar tal idea les restaría una considerable cantidad de votos y, por el contrario, mostrarte en contra de la misma, saben, les sumará algunos votos cruciales, sobre todo para aquellos que aspiran llegar a la segunda vuelta electoral. Pero ¿y qué pasará terminadas las elecciones, con nuevo presidente y nuevo parlamento? Mi visión al respecto es que una sociedad inmadura en ciertos temas se ve reflejada en sus representantes y de igual modo, los representantes de la nación representan y llevan consigo los estereotipos y virtudes del pueblo que dicen velar. Bajo esa visión creo que el debate sería extenso, pero infructífero, sin llegar a un punto, al grado de no modificar ni endurecer la ley pertinente.
Las alucinadas de los medios
Por otra parte, la responsabilidad de los medios a generar un debate al respecto ha caído en la simpleza de las declaraciones de un candidato y su supuesto pasado de consumo de cocaína, tratando de hacer una gran tara de ello. Yo me pregunto si acaso el consumo de la droga que sea puede hacer que un gobernante sea pésimo. Pues, creo que no y la historia lo demuestra; grandes hombres de la historia, grandes regentes de vastos reinos, imperios o convulsiones han tenido sus grandes adicciones a ciertas sustancias y eso no les ha quitado la lucidez de sus ideas y acciones en el plano político y social. En tal sentido, sería saludable que los periodistas traten de enfocarse en el tema de fondo y no en el morbo que dicho estereotipo puede generar, bajando los niveles de una campaña presidencial y dándole al pueblo más clichés, estigmas y complejos de los que ya cuenta en su imaginario colectivo.
Después de la pasada
Para concluir, tan solo basta decir que, en lo personal, estoy de acuerdo con una ley que planteé la despenalización y consumo de drogas, siempre y cuando enmarcada en ciertos parámetros y limitaciones que impidan que esto se expanda y produzca el aumento de adictos a estas sustancias. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, estoy consciente que el Perú no se encuentra en una situación política y social lo suficiente madura para llevar a cabo una la promulgación de una norma como esta, por lo que creo que esta debe esperar a que la sociedad se encuentra más proclive a aceptar que a rechazarla.
Con todo, a mi modo personal de ver las cosas, las drogas no son dañinas, desde tiempos ancestrales, en distintas formas y orígenes han sido usadas para generar ciertas experiencias en las personas, siendo parte de las culturas e incluso han dado la chance a los grandes descubrimientos de la ciencia y demás ramas. No todo consumidor es un adicto, ni tampoco el alcohol es mejor que las sustancias alucinógenas modernas, están en el mismo nivel de daño y adicción cuando su consumo se da en exceso.
Esto es algo en lo cual vale la pena razonar. Es complicado convencer a las personas de mayor edad sobre esto, puesto que vienen de una época donde las drogas fueron satanizadas, pero es menester de las organizaciones responsables y de la sociedad en si, tomar conciencia del tema enseñando las cosas positivas y negativas, lejos de estereotipos y usos políticos, con la seriedad que esto requiere pues, si bien es cierto que pueden dar al individuo una experiencia distinta, o un buen rato, también es cierto que llegan a destruir la vida de muchas personas, y esa tampoco es la idea.
Para muchas personas alrededor del mundo, las drogas son el veneno de la sociedad, aquella sustancia que está condenando a la juventud y a muchos adultos a una vida parásita, sin objetivos ni metas, sin presente ni futuro. El Perú no es la excepción y, en plena campaña presidencial los postulantes al “sillón de Pizarro” salen a dar su opinión sobre si se debe legalizar y despenalizar el consumo de estos alucinógenos o todo lo contrario.
La propuesta dicha y luego rectificada la lanzó el ex presidente Alejandro Toledo (2001-2006), la misma que, no pasadas muchas horas, todo el mundo saliera a criticarle por tal comentario; Toledo, fiel a su estilo poco serio, dijo que no había dicho lo que dijo, sino al revés (típico) y es que así comenzó todo el asunto de legalizar o no el consumo de drogas en el país.
La verdad es que es un tema complejo, teniendo en cuenta que somos un país productor de droga, sobre todo de cocaína, y habiendo voces muy fuertes e influyentes que pretenden eliminar todo rastro de la hoja sagrada en nuestro país (la solución no es que nosotros la dejemos de elaborar, sino que en Estados Unidos y Europa se la dejen de aspirar), otro punto es que la sociedad peruana tiene los estigmas y complejos respecto al consumo de drogas; en tal sentido, no me parece exagerado decir que el común denominador vea en cualquier “consumidor” a un adicto, un junkie sin salvación, ni remedio, un paria de la sociedad; y tercero que el tema se está usando y se usará políticamente.
Hablando de los im”pases”
Sobre lo primero, muchos opinan que permitir el consumo es abrirle la puerta al narcotráfico, a actuar con impunidad, lo cual es totalmente falso, desde mi punto de vista pues, si bien la producción y el consumo están ligados, esto tampoco los hace inseparables uno del otro, presente siempre está el ejemplo de Holanda, pero nunca faltan en este lado del mundo los puristas y monásticos que creen que volándose toda la selva productora van a acabar con el problema. Ahora, la erradicación del cultivo de coca pasa por darle la alternativa a los campesinos de cultivar un producto igual de rentable que la coca y no como se ha tratado tontamente de hacerlo con productos de valor increíblemente menor, lo que ha hecho que los agricultores retomen su viejo oficio.
En el segundo punto, el referido a los estigmas y complejos de la sociedad peruana respecto al tema drogas, es uno de los mayores impedimentos para que esto se llevara a cabo. La mentalidad peruana tiene programado en su psique que las drogas sin importar el grado de consumo, son malas. De ese modo, no es de esperar que muchas veces se suela decir “prefiero que seas un borracho a un fumón” cuando la bebida, el alcohol, es también una droga igual de adictiva que la marihuana, la cocaína y tantas más, sin embargo, el consumo de alcohol es aceptado y visto con orgullo, no se si un mal necesario, pero si una costumbre bien aceptada. En ese sentido, sería contraproducente una ley de aprobación de consumo dada la falta de madurez de la población respecto a este tema, y porque creo, casi con seguridad, que los consumidores peruanos, al menos en un primer momento dispararían los índices de consumo a nivel nacional, haciendo impopular la ley, dando la “razón” al sector conservador en contra y obligando a anular dicha ley. Lo mismo que nada.
El tercer punto, el uso político que se le va a dar al tema le restará la seriedad e importancia que amerita. Los políticos han salido en medios de comunicación dando declaraciones en contra del consumo, contra de la despenalización y legalización del mismo, sin embargo, y sin temor a equivocarme, lo hacen por la simple razón que avalar tal idea les restaría una considerable cantidad de votos y, por el contrario, mostrarte en contra de la misma, saben, les sumará algunos votos cruciales, sobre todo para aquellos que aspiran llegar a la segunda vuelta electoral. Pero ¿y qué pasará terminadas las elecciones, con nuevo presidente y nuevo parlamento? Mi visión al respecto es que una sociedad inmadura en ciertos temas se ve reflejada en sus representantes y de igual modo, los representantes de la nación representan y llevan consigo los estereotipos y virtudes del pueblo que dicen velar. Bajo esa visión creo que el debate sería extenso, pero infructífero, sin llegar a un punto, al grado de no modificar ni endurecer la ley pertinente.
Las alucinadas de los medios
Por otra parte, la responsabilidad de los medios a generar un debate al respecto ha caído en la simpleza de las declaraciones de un candidato y su supuesto pasado de consumo de cocaína, tratando de hacer una gran tara de ello. Yo me pregunto si acaso el consumo de la droga que sea puede hacer que un gobernante sea pésimo. Pues, creo que no y la historia lo demuestra; grandes hombres de la historia, grandes regentes de vastos reinos, imperios o convulsiones han tenido sus grandes adicciones a ciertas sustancias y eso no les ha quitado la lucidez de sus ideas y acciones en el plano político y social. En tal sentido, sería saludable que los periodistas traten de enfocarse en el tema de fondo y no en el morbo que dicho estereotipo puede generar, bajando los niveles de una campaña presidencial y dándole al pueblo más clichés, estigmas y complejos de los que ya cuenta en su imaginario colectivo.
Después de la pasada
Para concluir, tan solo basta decir que, en lo personal, estoy de acuerdo con una ley que planteé la despenalización y consumo de drogas, siempre y cuando enmarcada en ciertos parámetros y limitaciones que impidan que esto se expanda y produzca el aumento de adictos a estas sustancias. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, estoy consciente que el Perú no se encuentra en una situación política y social lo suficiente madura para llevar a cabo una la promulgación de una norma como esta, por lo que creo que esta debe esperar a que la sociedad se encuentra más proclive a aceptar que a rechazarla.
Con todo, a mi modo personal de ver las cosas, las drogas no son dañinas, desde tiempos ancestrales, en distintas formas y orígenes han sido usadas para generar ciertas experiencias en las personas, siendo parte de las culturas e incluso han dado la chance a los grandes descubrimientos de la ciencia y demás ramas. No todo consumidor es un adicto, ni tampoco el alcohol es mejor que las sustancias alucinógenas modernas, están en el mismo nivel de daño y adicción cuando su consumo se da en exceso.
Esto es algo en lo cual vale la pena razonar. Es complicado convencer a las personas de mayor edad sobre esto, puesto que vienen de una época donde las drogas fueron satanizadas, pero es menester de las organizaciones responsables y de la sociedad en si, tomar conciencia del tema enseñando las cosas positivas y negativas, lejos de estereotipos y usos políticos, con la seriedad que esto requiere pues, si bien es cierto que pueden dar al individuo una experiencia distinta, o un buen rato, también es cierto que llegan a destruir la vida de muchas personas, y esa tampoco es la idea.
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