Como breve recuento
Matar un militar, matar un miembro de la policía se ha vuelto un crimen sin condena, sin atención, un atentado que no denota conmoción. De la noche a la mañana las personas encargadas, malo que bueno, de defender el Estado y a todos nosotros son la manifestación hecha verbo de la muerte, la violación de los derechos básicos de las personas. De repente, estas personas cargan las culpas de conflictos y pensamientos que ellos no idearon.
Hoy es el día de la segunda vuelta electoral en el Perú y un día antes, sábado 4 de junio de 2011, 12 militares del ejército fueron emboscados por remanentes del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso quienes, en alianza con el narcotráfico siguen haciendo oposición al Estado en el Valle del Río Apurimac y Ene, conocido como el VRAE. Se sabe que 3 de estos cayeron muertos, 8 heridos de gravedad y 1 capitán se encuentra desaparecido.
Cuando la memoria y la dignidad se vuelve torna del color de la sangre
La objetividad y la coherencia le ha sido arrebatada a la nación, usurpada por unos seres que hoy se empeñan por decirle a todos que sus fuerzas armadas son las mayores responsables de las muertes de un conflicto que ellos no provocaron, que tampoco querían, así como tampoco nosotros. El derecho de saber la verdad de los hechos ha sido secuestrada por la opinión de la así llamada “izquierda moderna” y su falso ideario encubierto bajo la proclama de la “defensa de los derechos humanos”.
En el Perú, la mayoría con dignidad de borrego se rasga las vestiduras, se frustra cuando un subversivo es asesinado, es barrido de la faz de la tierra, si, cuando aquellos que le declararon la guerra al país en 1980 con la intención a flor de piel de desangrar es muerto por un militar, por un policía. Marchas, protestas, proclamas, plantones no se hacen esperar, el respeto a la vida para estas personas que no han respetado la de otras pues nunca fue su intención hacerlo; pero, ¿por qué cuando un efectivo de las fuerzas del Estado cae en una emboscada cobarde nadie dice nada, nadie protesta, nadie reclama, nadie pide severidad para los parásitos que les arrebataron su vida y enlutaron sus familia?
¿Acaso los miembros de las fuerzas del orden no tienen derechos humanos por llevar un uniforme encima? ¿Acaso para ellos no existe ni memoria ni dignidad? ¿Acaso ellos, con errores y aciertos no lucharon por defender a nuestro país de la escoria izquierdista? ¿Por qué no hacer marchas por la memoria y la dignidad de estos valerosos hombres que dieron su vida para que nosotros podamos vivir en paz, para que esta peste no se extienda por todo el país?
No es una concesión
Este no es un post, es más que todo un escrito a modo de “manifiesto”. No es posible que hoy por hoy en el Perú se haya vuelto una “moda” boba defender los derechos humanos de aquellos que iniciaron un conflicto innecesario, que desangraron al país a conciencia y sin remordimiento, eso lo sabemos y, sin embargo, ellos tienen más derechos que los hombres y mujeres con uniforme, y en consecuencia, aquellos que les apoyamos carecemos de derechos humanos en contra de las vidas de comprobados y no arrepentidos izquierdistas terroristas.
No es posible que la memoria y la dignidad sean selectivas por la moda ideológica del momento, el conflicto fue tan grande y tan importante como para reducir la verdad a una sola parte (y exagerada, encima) y cuando las partes que hoy minimizadas fueron las mayores responsables de la muerte, dolor y atraso del país en los años 80´s y 90´s. Eso no se puede negar, no se puede minimizar. Es una deslealtad con la nación, sin importar la ideología que te emane del corazón, la verdad es una sola, la realidad pueden ser muchas.
No todo es como la mayoría dice
Nadie, tampoco, puede negar los excesos que cometieron las fuerzas del Estado, pero es necesario contextualizarlas, no justificarlas. Sendero le planteó una guerra no convencional al Estado peruano para el que este a principios de 1980 no estaba preparado; cuando se confundían con abigeos o simples guerrilleros a la usanza guevarista. No, Sendero creo unas condiciones diferentes típicas de la guerra prolongada maoísta que distaba mucho del combate tradicional. Error tras error, las fuerzas armadas fueron aprendiendo de un enemigo nuevo, oculto y sigiloso, en un conflicto donde los terroristas no poseían uniformes de guerrilla, ni campamentos, cuando andaban en los pueblos y ciudades luciendo como personas comunes y corrientes, haciendo la vida diaria sin ningún problema, cuando nadie decía nada, el escenario era complicado para un ejército que no sabía nada de su adversario. Eso hoy se niega, esto hoy no se cree, esto hoy se ha olvidado. Hoy solo es valido el argumento tonto que la Fuerza Armada mató porque le antojaba matar deliberadamente, porque no querían idear un plan para combatir un fenómeno subversivo como el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso.
Gane quien gane, Ollanta Humala o Keiko Fujimori, una cosa es segura, esta moda, o política comandada desde otras latitudes seguirá en aumento, se masificará hasta corromper a todos los sectores de la población. Es labor de los no izquierdistas, de los no progresistas, de los no caviares, de los no fujimoristas y de los no derechistas conservadores hacer la pelea en el plano ideológico y de la acción a este tipo de pensamientos parasitarios y anquilosados. Es tarea de todos ellos combatir con fiereza y honestidad a la izquierda y sus convicciones antinaturales, es nuestro deber hacerles recordar a ellos y al resto del país la otra parte de la verdad que ahora ellos intentan minimizar a su mínima expresión. Es una expresión de peruanidad no dejar pasar el pensamiento extranjero que no nos ayuda a progresar camuflado en nacionalismo sin doctrina ni ideología (y para colmos, lacayo de otros), es un símbolo de amor a la patria decirlo “alto” a la mutación que ha hecho la izquierda bajo las banderas felonas de la defensa de los derechos humanos. De nosotros y no de nadie más depende sacar a luz las reales intenciones de esta nueva intentona neo socialista de enquistarse en nuestros países. Podrá ganar hoy, podrán tener el país por más de un mandato, pero al final la verdad triunfará y el verdadero espíritu nacional, por añadidura emergerá para hacerse grande aplastando a todos aquellos que bajo patrañas hicieron creer al pueblo que representaban sus intereses. Ellos verán como el futuro amanece para nosotros y el ocaso de sus ideas se cierne sobre ellos. Nunca más permitamos que se manipule la verdad, de ningún bando, NUNCA MAS.
Matar un militar, matar un miembro de la policía se ha vuelto un crimen sin condena, sin atención, un atentado que no denota conmoción. De la noche a la mañana las personas encargadas, malo que bueno, de defender el Estado y a todos nosotros son la manifestación hecha verbo de la muerte, la violación de los derechos básicos de las personas. De repente, estas personas cargan las culpas de conflictos y pensamientos que ellos no idearon.
Hoy es el día de la segunda vuelta electoral en el Perú y un día antes, sábado 4 de junio de 2011, 12 militares del ejército fueron emboscados por remanentes del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso quienes, en alianza con el narcotráfico siguen haciendo oposición al Estado en el Valle del Río Apurimac y Ene, conocido como el VRAE. Se sabe que 3 de estos cayeron muertos, 8 heridos de gravedad y 1 capitán se encuentra desaparecido.
Cuando la memoria y la dignidad se vuelve torna del color de la sangre
La objetividad y la coherencia le ha sido arrebatada a la nación, usurpada por unos seres que hoy se empeñan por decirle a todos que sus fuerzas armadas son las mayores responsables de las muertes de un conflicto que ellos no provocaron, que tampoco querían, así como tampoco nosotros. El derecho de saber la verdad de los hechos ha sido secuestrada por la opinión de la así llamada “izquierda moderna” y su falso ideario encubierto bajo la proclama de la “defensa de los derechos humanos”.
En el Perú, la mayoría con dignidad de borrego se rasga las vestiduras, se frustra cuando un subversivo es asesinado, es barrido de la faz de la tierra, si, cuando aquellos que le declararon la guerra al país en 1980 con la intención a flor de piel de desangrar es muerto por un militar, por un policía. Marchas, protestas, proclamas, plantones no se hacen esperar, el respeto a la vida para estas personas que no han respetado la de otras pues nunca fue su intención hacerlo; pero, ¿por qué cuando un efectivo de las fuerzas del Estado cae en una emboscada cobarde nadie dice nada, nadie protesta, nadie reclama, nadie pide severidad para los parásitos que les arrebataron su vida y enlutaron sus familia?
¿Acaso los miembros de las fuerzas del orden no tienen derechos humanos por llevar un uniforme encima? ¿Acaso para ellos no existe ni memoria ni dignidad? ¿Acaso ellos, con errores y aciertos no lucharon por defender a nuestro país de la escoria izquierdista? ¿Por qué no hacer marchas por la memoria y la dignidad de estos valerosos hombres que dieron su vida para que nosotros podamos vivir en paz, para que esta peste no se extienda por todo el país?
No es una concesión
Este no es un post, es más que todo un escrito a modo de “manifiesto”. No es posible que hoy por hoy en el Perú se haya vuelto una “moda” boba defender los derechos humanos de aquellos que iniciaron un conflicto innecesario, que desangraron al país a conciencia y sin remordimiento, eso lo sabemos y, sin embargo, ellos tienen más derechos que los hombres y mujeres con uniforme, y en consecuencia, aquellos que les apoyamos carecemos de derechos humanos en contra de las vidas de comprobados y no arrepentidos izquierdistas terroristas.
No es posible que la memoria y la dignidad sean selectivas por la moda ideológica del momento, el conflicto fue tan grande y tan importante como para reducir la verdad a una sola parte (y exagerada, encima) y cuando las partes que hoy minimizadas fueron las mayores responsables de la muerte, dolor y atraso del país en los años 80´s y 90´s. Eso no se puede negar, no se puede minimizar. Es una deslealtad con la nación, sin importar la ideología que te emane del corazón, la verdad es una sola, la realidad pueden ser muchas.
No todo es como la mayoría dice
Nadie, tampoco, puede negar los excesos que cometieron las fuerzas del Estado, pero es necesario contextualizarlas, no justificarlas. Sendero le planteó una guerra no convencional al Estado peruano para el que este a principios de 1980 no estaba preparado; cuando se confundían con abigeos o simples guerrilleros a la usanza guevarista. No, Sendero creo unas condiciones diferentes típicas de la guerra prolongada maoísta que distaba mucho del combate tradicional. Error tras error, las fuerzas armadas fueron aprendiendo de un enemigo nuevo, oculto y sigiloso, en un conflicto donde los terroristas no poseían uniformes de guerrilla, ni campamentos, cuando andaban en los pueblos y ciudades luciendo como personas comunes y corrientes, haciendo la vida diaria sin ningún problema, cuando nadie decía nada, el escenario era complicado para un ejército que no sabía nada de su adversario. Eso hoy se niega, esto hoy no se cree, esto hoy se ha olvidado. Hoy solo es valido el argumento tonto que la Fuerza Armada mató porque le antojaba matar deliberadamente, porque no querían idear un plan para combatir un fenómeno subversivo como el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso.
Gane quien gane, Ollanta Humala o Keiko Fujimori, una cosa es segura, esta moda, o política comandada desde otras latitudes seguirá en aumento, se masificará hasta corromper a todos los sectores de la población. Es labor de los no izquierdistas, de los no progresistas, de los no caviares, de los no fujimoristas y de los no derechistas conservadores hacer la pelea en el plano ideológico y de la acción a este tipo de pensamientos parasitarios y anquilosados. Es tarea de todos ellos combatir con fiereza y honestidad a la izquierda y sus convicciones antinaturales, es nuestro deber hacerles recordar a ellos y al resto del país la otra parte de la verdad que ahora ellos intentan minimizar a su mínima expresión. Es una expresión de peruanidad no dejar pasar el pensamiento extranjero que no nos ayuda a progresar camuflado en nacionalismo sin doctrina ni ideología (y para colmos, lacayo de otros), es un símbolo de amor a la patria decirlo “alto” a la mutación que ha hecho la izquierda bajo las banderas felonas de la defensa de los derechos humanos. De nosotros y no de nadie más depende sacar a luz las reales intenciones de esta nueva intentona neo socialista de enquistarse en nuestros países. Podrá ganar hoy, podrán tener el país por más de un mandato, pero al final la verdad triunfará y el verdadero espíritu nacional, por añadidura emergerá para hacerse grande aplastando a todos aquellos que bajo patrañas hicieron creer al pueblo que representaban sus intereses. Ellos verán como el futuro amanece para nosotros y el ocaso de sus ideas se cierne sobre ellos. Nunca más permitamos que se manipule la verdad, de ningún bando, NUNCA MAS.
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