El comienzo del fin
Es cierto cuando dicen que Sendero no podía ni iba a obtener el poder ni mañana, ni pasado, ni nunca, es cierto, pues había sido debilitado tan dramáticamente, había perdido su base popular que sus ínfulas de poderío solo eran aguantadas por el papel donde imprimían su propaganda. Pero la población tenía otra sensación, el ciudadano de a pie desconocía esto y necesitaba un golpe certero. Y este se dio aquél 12 de setiembre. El Perú amaneció sintiéndose otro.
No es verdad que el gobierno del ingeniero Fujimori secundado por Vladimiro Montesinos fueran los artífices de esta operación, de este logro. Ya es sabido que éste se alió con los militares para sustentar su poder dado que en el plano político, su agrupación era una minoría que no tenía representación y los partidos tradicionales hacían una franca oposición. De este modo, la lucha contrasubversiva, al menos desde el Ejecutivo, tenía preponderancia en el manejo que las fuerzas militares le dieran a este, la importancia del trabajo de la policía fue hecho de lado y fue ese pequeño grupo underground, el GEIN, quien ocasionó no solo la herida incurable a Sendero, sino a los militares que no estaba enterados de la operación y que no perdonaron que les arrebataran el mérito de la captura.
Un atisbo sobre la naturaleza de Sendero
Este hecho marcó el principio del fin. En una organización mesiánica como lo fue el PCP – SL (Guzmán se encargó de crear un mito sobre si, a tal punto que sus seguidores veían en él, algo semejante a un dios; incuestionable, infalible, la divinidad de Guzmán se hundía ordenar matanzas salvajes desde su cómoda estancia en una casa residencial de Lima, en campañas con nombres pomposos mientras se ahogaba en el alcoholismo que lo consumía desde los años 60´s) la verticalidad era regla, y nadie podía cuestionar las decisiones del líder, del autoproclamado “Presidente Gonzalo”, del vitoreado líder que continuaba la obra hecha por Marx, Lenin y Mao, siendo la cuarta espada del movimiento comunista internacional. En un escenario como ese, era más que lógico que la existencia tras la caída del omnipotente timonel perucho marcara el rápido o lento declive de la organización terrorista. Y así pasó. El Sendero Luminoso, ese cuya fuerza se basaba en la vehemencia de su ideología se enfermó con Guzmán y falleció con la captura de Feliciano, lo que siguió después y hasta el día de hoy es solo una copia aliada al narcotráfico cual sicario, queriendo un día ser más que sus nuevos amos, el cultivo de coca ilegal y la lluvia de dólares que estos les dan.
Llegó el nuevo milenio, y un nuevo gobierno decidió formar una “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” cuya principal misión era conocer a cabalidad los hechos que ocasionaron este suceso, los actos durante el mismo y las secuelas de mismo para, a partir de allí, plantear una solución a esa herida abierta que dejó la guerra interna de 20 años. Eso fue en 2003.
Hablemos de reconciliación
La pregunta es ¿hubo una reconciliación entre los peruanos? La verdad es que no, esta no hubo. Los peruanos solo querían seguir con su vida y, fieles a nuestra tradición, obviamos o nos hartamos del pasado sin querer tocarlo, sin pensar en lo importante que es recordar y superar juntos las adversidades. Fue en ese momento cuando la verdad empezó a distanciarse de su razón de ser para tomar una parte, trozos de ellas y, tácitamente, colocar víctimas a unos y crueles y despiadados a otros. Los paganos de esto fueron, por increíble que parezca, las fuerzas que malo que bueno, tuvieron que defender no solo sus vidas sino las de sus compatriotas. Ahora, ellos eran los demonios de todo el cuento, ya nadie hablaba de los senderistas, ahora el ejército, los policías tenían la culpa. Y no porque la CVR lo haya dicho (pues esta deja bien claro que fue el PCP – SL quien tiene sobre sus manos la mayor cantidad de víctimas, por ser quien inició el conflicto y por ser el que trajo todo el atraso económico y la destrucción de muchas sociedades) sin embargo, esto se obviaba por muchas voces parciales, sobre todo, vinculadas a la izquierda. Esa es la mentira que hoy nos quieren vender y esa es la mentira que hoy avanza cada vez más.
Miles de peruanos quedaron destrozados física, psicológica y económicamente, daños que el Estado aún no se ha preocupado o no sabe cómo lidiar (y eso si hay que priorizar), no esperemos que otro fenómeno como Sendero estalle y se aproveche del descontento y frustración lógica de esta población olvidada por todos.
¿Sirvió de algo?
Todos ven en la CVR una panacea ¿sirvió de algo esta? Sí, sí que lo hizo, pero está inconclusa, incompleta, en su presentación de los hechos, en sus “sugerencias” para poder ser una sociedad unida, justa y reconciliada, como nunca lo hemos sido. Decir que esta no sirvió es falso, escuchar a los políticos de ciertos sectores afirmar esto es un insulto a todos los muertos inocentes de esta guerra.
Sobre unos muchos ineptos
Los políticos, esos seres que nunca se fajaron por el país, aquellos que solo sirven para hablar, para cobrar, hoy se muestran muy orgullosos, diciendo que han luchado por el país; por el lado de la derecha me pregunto ¿qué hicieron? Pedir que la represión sea más fuerte solo porque si cualquiera lo puede hacer y ya. Y a la izquierda, que hoy se rasga las vestiduras con su paporreta de los derechos humanos, la impunidad y la justicia ¿Dónde estaban cuando el Perú se desangraba? ¿Dónde estaban cuando la nación pedía de ellos una postura concreta contra el senderismo genocida? Por el contrario brillaron por su ausencia y se mostraron dudosos, ambiguos a la hora de marcar posiciones y/o distanciarse, no fueron lo suficientemente fuertes para luchar políticamente contra su hermano “descarriado” (como si la concepción misma de la izquierda no fuera un hijo bastardo, descarriado del judaísmo). Y hoy todos son firmes defensores que cuanto surja en el camino, pero cuando las papas quemaron fueron cobardes y felones.
Epílogo
La captura de Guzmán marcó el fin de toda una era oscura, pero sus secuelas son mucho más profundas, mortales y duraderas, aquellas que no parecen borrarse en mucho, mucho tiempo, sobre todo, teniendo una actitud de desapego por el pasado, de no confrontación, cuando por ambos lados de la esfera política se intenta manipular la verdad, que es solo una, independientemente de los matices políticos.
Todos los que me conocen y aquellos que han leído con cierta frecuencia los posts de este blog saben cuáles son mis convicciones y creencias, distanciadas de la bobería derechista y las ideas acéfalas de todas las izquierdas, sin embargo, creo firmemente que si este país quiere buscar el camino hacia forjar su propia identidad, rescatar los valores positivos y el redescubrimiento de todo nuestro legado, es de suma importancia comenzar por este hecho que, sin duda alguna, mostró el rostro de todos los peruanos tal y como son, sin amagues corteses ni gestos protocolares pues emergió lo verdaderamente positivo, rescatable, digno de ejemplo, así como lo verdaderamente asqueroso, detestable, cruel y miserable de nuestra sociedad desde sus cimientos conceptuales. Conociendo, entendiendo, aceptando esto es como empezaremos a crear ese camino que nuestra tierra desde hace tantos años, desde que la República es República, desde que el servilismo al español se cambió por el servilismo al criollo acaudalado, clama por ser descubierto, hecho realidad para ser esa nación que decimos sentirnos, que pensamos ser pero que aún no podemos creer ser nuestra.
Es cierto cuando dicen que Sendero no podía ni iba a obtener el poder ni mañana, ni pasado, ni nunca, es cierto, pues había sido debilitado tan dramáticamente, había perdido su base popular que sus ínfulas de poderío solo eran aguantadas por el papel donde imprimían su propaganda. Pero la población tenía otra sensación, el ciudadano de a pie desconocía esto y necesitaba un golpe certero. Y este se dio aquél 12 de setiembre. El Perú amaneció sintiéndose otro.
No es verdad que el gobierno del ingeniero Fujimori secundado por Vladimiro Montesinos fueran los artífices de esta operación, de este logro. Ya es sabido que éste se alió con los militares para sustentar su poder dado que en el plano político, su agrupación era una minoría que no tenía representación y los partidos tradicionales hacían una franca oposición. De este modo, la lucha contrasubversiva, al menos desde el Ejecutivo, tenía preponderancia en el manejo que las fuerzas militares le dieran a este, la importancia del trabajo de la policía fue hecho de lado y fue ese pequeño grupo underground, el GEIN, quien ocasionó no solo la herida incurable a Sendero, sino a los militares que no estaba enterados de la operación y que no perdonaron que les arrebataran el mérito de la captura.
Un atisbo sobre la naturaleza de Sendero
Este hecho marcó el principio del fin. En una organización mesiánica como lo fue el PCP – SL (Guzmán se encargó de crear un mito sobre si, a tal punto que sus seguidores veían en él, algo semejante a un dios; incuestionable, infalible, la divinidad de Guzmán se hundía ordenar matanzas salvajes desde su cómoda estancia en una casa residencial de Lima, en campañas con nombres pomposos mientras se ahogaba en el alcoholismo que lo consumía desde los años 60´s) la verticalidad era regla, y nadie podía cuestionar las decisiones del líder, del autoproclamado “Presidente Gonzalo”, del vitoreado líder que continuaba la obra hecha por Marx, Lenin y Mao, siendo la cuarta espada del movimiento comunista internacional. En un escenario como ese, era más que lógico que la existencia tras la caída del omnipotente timonel perucho marcara el rápido o lento declive de la organización terrorista. Y así pasó. El Sendero Luminoso, ese cuya fuerza se basaba en la vehemencia de su ideología se enfermó con Guzmán y falleció con la captura de Feliciano, lo que siguió después y hasta el día de hoy es solo una copia aliada al narcotráfico cual sicario, queriendo un día ser más que sus nuevos amos, el cultivo de coca ilegal y la lluvia de dólares que estos les dan.
Llegó el nuevo milenio, y un nuevo gobierno decidió formar una “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” cuya principal misión era conocer a cabalidad los hechos que ocasionaron este suceso, los actos durante el mismo y las secuelas de mismo para, a partir de allí, plantear una solución a esa herida abierta que dejó la guerra interna de 20 años. Eso fue en 2003.
Hablemos de reconciliación
La pregunta es ¿hubo una reconciliación entre los peruanos? La verdad es que no, esta no hubo. Los peruanos solo querían seguir con su vida y, fieles a nuestra tradición, obviamos o nos hartamos del pasado sin querer tocarlo, sin pensar en lo importante que es recordar y superar juntos las adversidades. Fue en ese momento cuando la verdad empezó a distanciarse de su razón de ser para tomar una parte, trozos de ellas y, tácitamente, colocar víctimas a unos y crueles y despiadados a otros. Los paganos de esto fueron, por increíble que parezca, las fuerzas que malo que bueno, tuvieron que defender no solo sus vidas sino las de sus compatriotas. Ahora, ellos eran los demonios de todo el cuento, ya nadie hablaba de los senderistas, ahora el ejército, los policías tenían la culpa. Y no porque la CVR lo haya dicho (pues esta deja bien claro que fue el PCP – SL quien tiene sobre sus manos la mayor cantidad de víctimas, por ser quien inició el conflicto y por ser el que trajo todo el atraso económico y la destrucción de muchas sociedades) sin embargo, esto se obviaba por muchas voces parciales, sobre todo, vinculadas a la izquierda. Esa es la mentira que hoy nos quieren vender y esa es la mentira que hoy avanza cada vez más.
Miles de peruanos quedaron destrozados física, psicológica y económicamente, daños que el Estado aún no se ha preocupado o no sabe cómo lidiar (y eso si hay que priorizar), no esperemos que otro fenómeno como Sendero estalle y se aproveche del descontento y frustración lógica de esta población olvidada por todos.
¿Sirvió de algo?
Todos ven en la CVR una panacea ¿sirvió de algo esta? Sí, sí que lo hizo, pero está inconclusa, incompleta, en su presentación de los hechos, en sus “sugerencias” para poder ser una sociedad unida, justa y reconciliada, como nunca lo hemos sido. Decir que esta no sirvió es falso, escuchar a los políticos de ciertos sectores afirmar esto es un insulto a todos los muertos inocentes de esta guerra.
Sobre unos muchos ineptos
Los políticos, esos seres que nunca se fajaron por el país, aquellos que solo sirven para hablar, para cobrar, hoy se muestran muy orgullosos, diciendo que han luchado por el país; por el lado de la derecha me pregunto ¿qué hicieron? Pedir que la represión sea más fuerte solo porque si cualquiera lo puede hacer y ya. Y a la izquierda, que hoy se rasga las vestiduras con su paporreta de los derechos humanos, la impunidad y la justicia ¿Dónde estaban cuando el Perú se desangraba? ¿Dónde estaban cuando la nación pedía de ellos una postura concreta contra el senderismo genocida? Por el contrario brillaron por su ausencia y se mostraron dudosos, ambiguos a la hora de marcar posiciones y/o distanciarse, no fueron lo suficientemente fuertes para luchar políticamente contra su hermano “descarriado” (como si la concepción misma de la izquierda no fuera un hijo bastardo, descarriado del judaísmo). Y hoy todos son firmes defensores que cuanto surja en el camino, pero cuando las papas quemaron fueron cobardes y felones.
Epílogo
La captura de Guzmán marcó el fin de toda una era oscura, pero sus secuelas son mucho más profundas, mortales y duraderas, aquellas que no parecen borrarse en mucho, mucho tiempo, sobre todo, teniendo una actitud de desapego por el pasado, de no confrontación, cuando por ambos lados de la esfera política se intenta manipular la verdad, que es solo una, independientemente de los matices políticos.
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