Recordando la importancia de leer a Mario

miércoles, 11 de febrero de 2009

Los primeros pasos antes de llegar a ti


Mi vida como lector empezó oficialmente al terminar la educación secundaria. Recuerdo que antes de finalizar el año 2002 me encontré curiosamente parado en frente del puesto de periódicos de la esquina de mi casa. No es algo que hiciera con frecuencia dados mis 17 años en aquél entonces.

Recuerdo que vi un libro que el diario “El Comercio” publicaba cada semana sobre autores peruanos. El título me pareció llamativo, “Yawar Fiesta” el escritor, José María Arguedas. De alguna manera y otra ese nombre me atrapó haciendo que corriera a mi casa a tratar de sacar esos 10 soles a m
i mamá y poder comprármelo.

Y así lo hice.

Antes de aquello yo era un lector colegial, por obligación. A la memoria me vienen El Príncipe y el
Mendigo, Paco Yunque y Corazón, que es la que más me gustó en la infancia.

Cuando mi vida universitaria en los estudios de periodismo hubo empezado (2004) ya poseía una colección de más de 20 libros, muchos de ellos los devoré, me marcaron como es el caso de “1984” de George Orwell.

Un dulce descubrimiento

Sin embargo, para cuando el 2006 se acercaba a su mitad y yo me encontraba en el sexto ciclo de mi carrera llevé una asignatura llamada Periodismo y Literatura. Dado mi gusto por la lectura asumí que me divertiría de lo lindo en dicho curso. Y, efectivamente, así fue.

Fue entonces, cuando el profesor de la asignatura nos mandó a leer a un
autor ampliamente reconocido en el Perú (su país de origen) y el resto del mundo, Mario Vargas Llosa, con “El Pez en el Agua”. Debo decir que siempre tuve reticencias de leerlo por mis sesgos ideológicos de ese entonces que, obviamente, obstaculizaron mi posterior deleite intelectual.

Cuando hube comprado dicho libro, mis pensamiento acerca del mismo de confundían, cuestionaba si la compra hecha valdría la pena. P
ara mi, Vargas Llosa era un “burgués liberal apestoso” y el simple hecho de comprar una novela suya implicaba en mi obtusa mentalidad dogmática una ALTA TRAICION.


Temeroso abrí la tapa, comencé a leer con ese recelo de que alguna de sus ideas capitalistas fueran a envenenar mi santa concepción izquierdosa de la realidad. Y, así como los vientos del invierno limeño traen consigo un aire fresco y vivificador, El Pez en el Agua no hizo sino conmover mi sentido estético y estructural de lo que era la literatura. Entonces cambié.

ACLARACION: no dejé de ser en ese entonces izquierdoso, eso vendría, posteriormente en el 2008.

Cambié mi manera de ver las cosas, aprendí a distanciar las ideologías de lo artístico en todo ámbito pues, en el
pasado, mi noción del arte tenía que servir a un fin social determinado por una cierta ideología de la realidad. Está claro que esa “ideología” comprendía exclusivamente un ideario político, quedándose enmarcado en un dogmatismo que, con el tiempo, comprendí era demasiado subversivo (es decir dañino) para una persona de mis características.

Ese es el legado que Mario Vargas Llosa dejó en mi persona. Pero allí acaba todo.

Vargasllosiano


Tras terminar la jugosa lectura de El Pez en el Agua en cual relataba los hechos de cómo “Varguitas” decidió involucrarse en la política peruana en 1987 a raíz de la gran “estupidez” como fue la estatizació
n de la Banca por parte del entonces presidente del Perú, Alan García Pérez, sobre su candidatura a la presidencia en 1990 y su posterior derrota contra el infame Alberto Fujimori, no me resignaba a dejar a este increíble escritor en este libro. Fue allí cuando descubrí parte del universo Vargasllosiano.

Y no tuve mejor secuela que leyendo la obra cumbre de este, “Conversación en la Catedral” ambientada en la época cuando el Perú era gobernado por la mano de hierro de Manuel Apolinario Odría.

No lo negaré, es lo mejor que he leído hasta ahora. Recordar ese período no me hace sino reflexionar lo que implica el sabor de degustar un buen libro (cosa que pocos tienen el privilegio, porque, seamos francos, las personas de mi generación se sienten aburridos de los libros o solo lo hacen para dar la imagen de no ser huecos o intelectualotes, a ellos les digo en palabras de las leyendas de Immortal, YOU ARE REALLY BENEATH US!!!!!) Una época idílica, de descubrimiento de miles de cosas nuevas ¡Tiempos aquellos!

Posteriormente, vendrían a mis manos obras maestras como “Lituma en los Andes” y “La Fiesta del Chivo” con la que Vargas Llosa dejó otro gran legado no solo para la literatura universal sino también mundial.

Así mismo, como periodista, admiro el trabajo de Vargas Llosa, como columnista, particularmente, porque desarrolla espléndidamente sus ideas, aunque no necesariamente las comparta (el neoliberalismo a ultranza no es lo mío, a pesar que yo haya dejado ya de ser un izquierdoso) ¿por qué me gusta Vargas Llosa como columnista? Primero por el enfoque y la organización que crea y segundo, en el plano periodístico siempre sentí que lo mío era la interpretación, el análisis; sintiéndome harto cómodo con el artículo, la columna, la editorial.

¿Escritor a los estrados?

Mencioné escuetamente que sus ideas políticas nunca fueron de mi agrado al cuando lo descubrí, eso era blasfemia, ahora, sin embargo, no las comparto, pero veo que muchas dadas las condiciones del mundo actual son necesarias añadiendo a las mismas un enfoque social que no haga de ellas las típicas del neoliberalismo que solo piensa en el mercado dejando del lado el interés humano que es el principio básico de todo sistema político económico que se respete.

Para lo que condenen a
Vargas Llosa el político les doy cierto grado de afirmación a sus proclamas pero remontémonos un poco en la historia. Todo empezó a mediados de los años 70 cuando la crisis en Estados Unidos comenzó a mellar al Estado de Bienestar de la teoría Keynesiana vigente desde los años de la Gran Depresión en la década de los treinta del siglo pasado. Sucedió que la inflación, antes impensable comenzó a campear, primero (como siempre) en los países desarrollados e industriales, para luego continuar en los países tercer mundistas o en “vías de desarrollo”. Este proceso se sintió con timidez en el Perú en los útimos años del gobierno militar (1968-1980) que se asentuó cuando el civilismo volvió al poder con Fernando Belaúnde como presidente (19802-1985).

Contrariamente a lo que mucho
s creen, la inflación ya era alta en el segundo gobierno del arquitecto Belaúnde, alrededor del 200 por ciento, lo que ya había golpeado los bolsillos de las familias peruanas quienes ya se las ingeniaban para hacer maravillas con el dinero, en especial con lo relacionado al alimento del día a día.

Sin embargo no sería sino hasta que sucesor de Belaúnde Terry, Alan García Pérez del antiquísimo partido aprista llevado por un elevado sentido populista optó por medidas que fueron aplaudidas por la población pero que tuvieron su desilusión con la hiperinflación que dejaría en la banca rota al Perú. En ese contexto se decide estatizar la Banca para detener los efectos de la crisis, pero esto no haría más que as
entarla.

Eso lo sabían los neo liberales peruanos liderados en nuestro país por Mario Vargas Llosa y el renombrado economista Hernando De Soto, quienes consideraron que el Estado de Bienestar en el Perú se jugaba su última carta antes de perecer como en el resto del mundo, asumiendo que era “su momento” para traer las ideas liberales al Perú de un Estado moderno y promotor.

De tal manera se llevó a cabo el famoso mitin en la Plaza San Martín en el cual denunció la estatización. Es en esta primera manifest
ación del novísimo movimiento neoliberal peruano que nace el Movimiento Libertad en coalición con dos partidos de viaja guardia como Acción Popular y el Partido Popular Cristiano.

El FREDEMO (Frente Democrático) nace de esta alianza con miras a las presidenciales de 1990 tuvo como resultado el fracaso de este ante el desconocido candidato de estirpe japonesa, Alberto Fujimori.

Mucho se dice sobre este fracaso, pero se pueden delinear algunos puntos a considerar:

Primero, la alianza con AP y el PPC vistos como partidos tradicionales, lo que dio la sens
ación que el FREDEMO implicaría el continuismo de esa vieja receta política que no había logrado resolver los problemas de la ciudadanía, al contrario, los asentuó.

Segundo, la sobre exposición debido a tres largos años de
campaña lo que hizo dar una sensación de ser una candidatura elitista, como se dice en el argot limeños, un partido de “pitucos para pitucos” (así se dice a la clase acomodada en el Perú)

Y tercero, el hecho que el entonces partido de gobierno, el APRA, anteponiendo odios personales contra Vargas Llosa desde el mitin realizado en la Plaza San Martín en 1987 deciden apoyar la candidatura d
el desconocido Alberto Fujimori con su partido “Cambio 90” que hasta hace seis de los comicios generales ni figuraba entres los primeros lugares de opción de voto.

Esta derrota tuvo un componente positivo pues, de haber sido elegido presidente Vargas Llosa, su actividad literaria que tanto nos apasiona se hubiera visto relegada por las tareas que en un Estado como el peruano demanda.

Por otro lado, la historia demostró que al final el neo liberalismo triunfó sin su figura más importante política e ideológicamente pues, al tener la victoria en las manos Fujimori este, hizo una alianza con los empresarios para que estos pudiesen implantar su modelo y llevar a cabo las regulaciones laborales y estructurales para desbaratas el Estado de Bienestar peruano con el
advenimiento del neoliberalismo.

A pesar de ello, el joven neoliberalismo tuvo un mal comienzo en nuestro país ya q
ue a la vez que Fujimori pactaba con los empresarios, hacía lo mismo con los militares con quienes compartiría el poder político lo que llevaría a que las ideas neo liberales traídas por Vargas Llosa tuviesen un trasfondo autoritario que dejó a lo largo de diez años de Fujimorismo un mal precedente para lo que actualmente se trata de hacer, siendo un tanto difícil salir de esa receta que el “chinito” impuso en su sistema autoritario neoliberal.

Por eso, demos gracias que un intelectual no sea corrompido por la maleza que es el acto de política, e imploremos que su actividad como literato y político de columnas siga siendo fructífera para
deleitarnos al ver cada título nuevo de su producción.



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