
Lo que si se puede hacer es rastrearlo, segmentarlo, escucharlo, disfrutarlo lo que conduce al entendimiento o comprensión del mismo y que, en muchos casos, deriva también en su adopción, es decir, haciendo y creando “puro rock”
No es mi intención abarcar los dos primeros ámbitos (rastreo y segmentación) pues tomaría mucho trabajo y una extensión de nombres y fechas que puede llegar a marear en el caso del primero, en tanto que el segundo requeriría de definir épocas, géneros, artistas, estilos, lo que haría muy extenso este post. Así que me lo reservo para otro tipo de fines. Solo me concentraré en los tres últimos, puesto que son parten de mi experiencia como un fanático crítico del género mezclado con reacciones y experiencias de otras personas.
Es verdad que desde los orígenes de la civilización misma el ser humano ha encontrado en la música no solo el arte sino también un incentivo místico para agarrar coraje para salir a cazar a un animal que triplicaba (o incluso más) su tamaño promedio o para entrar en una unión colectiva de equipo necesaria para ir a la guerra y traer la tan ansiada victoria. Pero mientras fue transcurriendo el curso de la historia, los sonidos se fueron, si cabe el término, perfeccionando y embelleciendo dando. Es verdad que siempre fue accesible al público en general, pero de algún modo y hasta ahora las clases altas y las populares estaban divididas entre otras cosas por el tipo de melodías que escuchaban.

Es bien sabido que el rock como lo conocemos tiene muchas influencias, entre ellas la más nítida el blues, música folk y el gospel estadounidense dando el salto a la escena en los años 50 para luego acentuarse en los años 60 y por fin posicionarse en los 70 hacia delante.
Pues bueno, escuchar una canción de rock por primera vez a veces no puede resultar lo que queremos. En mi caso, tal vez no fue lo más óptimo, no es que fuera algo desagradable, no me pareció molesto, pero tampoco me pegó mucho, que digamos. La banda no vale la pena escucharla, puesto que ahora si la disfruto. En muchos casos es cuestión de suerte o cosas del azar que suele ser tan caprichoso.
Para muchos “oídos curiosos”, como alguna vez escuché por allí (la verdad no recuerdo a quién) el rock podría ser un amplio campo de experimentación por la gran variedad de sonidos y corrientes que tiene dentro de sí, incluso muchas de estas forman verdaderas comunidades sobre las que giran en torno a un pensamiento específico.

La experiencia de tu “primera vez con el rock” depende mucho de tu disposición. No se puede escuchar rock si uno no lo desea, no es que lo debas planificar ni tampoco que debes estar contento. El sustento de ser del rock, más que sexo, las mujeres y otras puterías radica en la ira, la depresión al borde de la insanía y la tristeza. Por tal, las emociones extremas son propicias para meterte en ese mundillo tan lleno de excesos de emociones y conmociones.
Por otro lado, disfrutar del rock implica muchas cosas. Una de las primeras es algo muy universal y primitivo al mismo tiempo. Y es que la música, como lenguaje universal, no requiere (en muchos casos) de entender la letra, la sola melodía puede estimular el oído mandando los impulsos al cerebro para que este en un tiempo casi incontable genere esa empatía sónica que nos prende haciendo que la escuchemos una y otra vez o busquemos más y más.

Hay algo interesante en el rock que hasta donde he podido notar no tienen otros ritmos, en especial los tropicales como los de América Latina. Y es que en cuanto a los movimientos, es decir, la manera como se baila, este no tiene pasos que la enmarquen o la etiqueten, es totalmente lo opuesto. Uno puede moverse al ritmo que su cuerpo lo mande, porque, al final de cuentas, en el rock lo que manda es el cerebro liberado a hacer lo que y como le plazca al son de la música. En ese sentido, puedo decir que el rock es más libre que los armónicos pero estructurados que los “pasitos de baile”. O incluso, si no te la gana, no bailes, porque el rock, a diferencia de la música tropical no está arquetipada para ser disfrutada, sino también escuchada (que es muy diferente a ser oída). Y tenlo por seguro, sino quieres bailar, nadie te mirará como un bicho raro o como alguien antisocial.

Claro, que esto no es un caso universal, ni sus consecuencias son las mismas, es solo una muestra que he podido observar en muchas personas, no necesariamente por la misma razón, pero si en sus repercusiones.
Otro ejemplo de esto pueden ser los recientemente famosos “emos” quienes, al menos en Lima, claro, han formado una verdadera comunidad muy unida, muy bien acoplada entre sus miembros, creando una cultura, si bien cerrada y a veces algo excluyente para lo “no emos”, muy interesa y compleja en sus maneras de ver el mundo, entender la música, tal vez como una extensión de sus sentimientos (se ven representados estética y líricamente en ella) y no son, como la mayoría dice, personas preocupadas en el look. Por el contrario, quieren demostrar que no son una moda y que el hecho de ser emo y adoptar su estilo de vida y música implica una manera de ver, entender y actuar sobre los hechos que suceden. Y todo esto se ha ido desarrollando en torno a la música, una nueva cultura, como en su momento lo han sido también la sicodelia, el punk, el metal y el grunge.

Una vez hecho esto, se puede decir que uno puede entender y comprender el rock, pero esto no se da de la misma manera a como se entiende un fenómeno social o un hecho noticioso. Se acerca más bien, creo a la valoración que uno tiene cuando se mete a profundidad con un libro, todo un universo propio y a la vez tan comunal. La valoración es que tiene que ver tanto con preceptos subjetivos, sociales, económicos y culturales de cada individuo o grupo.
Entender o comprender al rock, creo, se basa en saber para qué fue hecho, el por qué escucho este tipo de música, por qué me identifico con ella, por qué las demás no me hacen sentir lo que esta si logra. De otro modo saber la importancia que tiene en nuestras vidas, de cómo nos afecta o nos influye en nuestras decisiones (suena algo improbable pero esto se da de manera la mayor parte de las ocasiones inconcientemente) los actos o las ideas que conforme pasa el tiempo con otros factores más importantes, vamos formulando y reformulando. Y por último, entender que es solo música, de no dejarnos absorber por la misma porque de ese modo esta perdería su valor como un ente socializador y de interiorizador a la vez, y de paso como distractor.
