Teoría y Práctica del Rock

jueves, 3 de abril de 2008

En principio, teorizar y estructurar (en el sentido estricto de la palabra) algo tan subjetivo como el rock es, por no decirlo menos, una estupidez. Por tal, el nombre del título de este post no responde más que a un juego de palabras.

Lo que si se puede hacer es rastrearlo, segmentarlo, escucharlo, disfrutarlo lo que conduce al entendimiento o comprensión del mismo y que, en muchos casos, deriva también en su adopción, es decir, haciendo y creando “puro rock”

No es mi intención abarcar los dos primeros ámbitos (rastreo y segmentación) pues tomaría mucho trabajo y una extensión de nombres y fechas que puede llegar a marear en el caso del primero, en tanto que el segundo requeriría de definir épocas, géneros, artistas, estilos, lo que haría muy extenso este post. Así que me lo reservo para otro tipo de fines. Solo me concentraré en los tres últimos, puesto que son parten de mi experiencia como un fanático crítico del género mezclado con reacciones y experiencias de otras personas.

Es verdad que desde los orígenes de la civilización misma el ser humano ha encontrado en la música no solo el arte sino también un incentivo místico para agarrar coraje para salir a cazar a un animal que triplicaba (o incluso más) su tamaño promedio o para entrar en una unión colectiva de equipo necesaria para ir a la guerra y traer la tan ansiada victoria. Pero mientras fue transcurriendo el curso de la historia, los sonidos se fueron, si cabe el término, perfeccionando y embelleciendo dando. Es verdad que siempre fue accesible al público en general, pero de algún modo y hasta ahora las clases altas y las populares estaban divididas entre otras cosas por el tipo de melodías que escuchaban.

El siglo XX fue tal vez ese período en que muchas cosas se masificaron de manera desmesurada y la música con sus distintas tendencias y vertientes no escapó a este proceso inicial que luego se pronunciaría más hasta llamarse lo que hoy conocemos como “globalización”

Es bien sabido que el rock como lo conocemos tiene muchas influencias, entre ellas la más nítida el blues, música folk y el gospel estadounidense dando el salto a la escena en los años 50 para luego acentuarse en los años 60 y por fin posicionarse en los 70 hacia delante.

Pues bueno, escuchar una canción de rock por primera vez a veces no puede resultar lo que queremos. En mi caso, tal vez no fue lo más óptimo, no es que fuera algo desagradable, no me pareció molesto, pero tampoco me pegó mucho, que digamos. La banda no vale la pena escucharla, puesto que ahora si la disfruto. En muchos casos es cuestión de suerte o cosas del azar que suele ser tan caprichoso.

Para muchos “oídos curiosos”, como alguna vez escuché por allí (la verdad no recuerdo a quién) el rock podría ser un amplio campo de experimentación por la gran variedad de sonidos y corrientes que tiene dentro de sí, incluso muchas de estas forman verdaderas comunidades sobre las que giran en torno a un pensamiento específico.


A veces, definir que estilo o género toma mucho tiempo. En mi caso, me tomó, teniendo en cuenta que lo escucho de manera persistente desde 1998, unos 7 años. Por definición me considero grunge, aunque la palabra se reduzca a un par de grupos (nada más alejado de la realidad). Debo decir que en ese tiempo y hasta ahora (porque definirte como grunge, punk o metal no trae como factor implícito que solo te remitas a escuchar ese tipo de música, aunque muchos lo hacen, pero es cuestión de gustos) he escuchado de todo, desde el un metal que estuvo de moda por los años 98 y 2002, el punk que por razones diversas me aburre en estética musical y sonoridad, por el metal más extremo y sinfónico, hasta el sintetismo de la música industrial o los acordes bizarros del noise rock y todo lo que deriva de él. Y claro el rock clásico de los 60 y 70, pero por favor, no me pregunten de los 80 que salvo el noise el buen metal y el grunge subte me parece totalmente asqueroso, musicalmente hablando, claro.

La experiencia de tu “primera vez con el rock” depende mucho de tu disposición. No se puede escuchar rock si uno no lo desea, no es que lo debas planificar ni tampoco que debes estar contento. El sustento de ser del rock, más que sexo, las mujeres y otras puterías radica en la ira, la depresión al borde de la insanía y la tristeza. Por tal, las emociones extremas son propicias para meterte en ese mundillo tan lleno de excesos de emociones y conmociones.
Por otro lado, disfrutar del rock implica muchas cosas. Una de las primeras es algo muy universal y primitivo al mismo tiempo. Y es que la música, como lenguaje universal, no requiere (en muchos casos) de entender la letra, la sola melodía puede estimular el oído mandando los impulsos al cerebro para que este en un tiempo casi incontable genere esa empatía sónica que nos prende haciendo que la escuchemos una y otra vez o busquemos más y más.

Muchas veces he escuchado, a gente mayor por lo general, que los chicos de ahora que escuchan “esa música” (en tono despectivo) son unos “alienados” puesto que le gusta la canción “X” pero no saben o no entienden lo que dicen. Pero yo digo, y con esto respondo de manera formal a los que plantean ese argumento: ¿acaso el reggaeton en la mayoría de sus letras no pone a la mujer como un objeto para mero uso de manoseo y penetración únicamente denigrándolas por completo y, sin embargo, no son las mismas mujeres adictas a este género las que bailan y corean esas frases sin saber el trasfondo de las mismas? Valoraciones aparte que me parece esta música “indeseable” alguien dice algo sobre la anestesia mental de estas mujeres. Pues casi nunca se dice nada al respecto. Por tal, dejen a los chicos que disfruten de los sonidos, la música y en especial es para sentirlo vibrar dentro de uno mismo. Aunque, claro, lo ideal es que uno disfrute la melodía sabiendo lo que el tipo o tipa detrás del micrófono dice y creo que la mayoría lo sabe. Es más, cuando no se entiende, con la tecnología en Internet se puede encontrar la letra en su idioma original y traducido a la lengua madre de uno mismo. En ese sentido, ese argumento va quedando un poco desfasado aunque sigue siendo usado por muchos.

Hay algo interesante en el rock que hasta donde he podido notar no tienen otros ritmos, en especial los tropicales como los de América Latina. Y es que en cuanto a los movimientos, es decir, la manera como se baila, este no tiene pasos que la enmarquen o la etiqueten, es totalmente lo opuesto. Uno puede moverse al ritmo que su cuerpo lo mande, porque, al final de cuentas, en el rock lo que manda es el cerebro liberado a hacer lo que y como le plazca al son de la música. En ese sentido, puedo decir que el rock es más libre que los armónicos pero estructurados que los “pasitos de baile”. O incluso, si no te la gana, no bailes, porque el rock, a diferencia de la música tropical no está arquetipada para ser disfrutada, sino también escuchada (que es muy diferente a ser oída). Y tenlo por seguro, sino quieres bailar, nadie te mirará como un bicho raro o como alguien antisocial.


Más aún, disfrutarlo también incluye el hecho de sentirse identificado con una letra, un grupo social unidos por vínculos musicales, etc. Pueden ser tantas razones. Pero les explico esto: conocí a un tipo que escuchaba la música tropical comercial, es decir, que iba en la dirección que la sociedad de consumo impone en cada región por medio de sus productos musicales. Era uno más, musicalmente hablando en el Perú. A lo mejor lo escuchaba por inercia, porque era “la moda” en aquellos años de salseros jóvenes y letrillas pegadizas para niños y niñas carretones, un adolescente de los 90 en el Perú, no hay que agregar al respecto. Pero algo cambió. Por una parte de manera inconciente y otra de manera conciente se dio cuenta que esa música, esas letras no lo representaban, no hablaban para él, no le pertenecían y no se sentía parte de algo especial, es decir una experiencia musical colectiva especial, única. Encontró, entonces, en el rock aquello que él necesitaba saber para sentir que esa parte de su existencia no estaba hueca. Temas que abordaran los problemas entre padres e hijos, la ira, la cólera, la depresión, la euforia, o los deseos de alejarse de todo, esos momentos en que uno ama a todos el mundo sin excepción o eso en los que sin dudas destrozarías en cráneo de todo ser vivo sobre la Tierra y tantas cosas más. La identidad y el sentido de pertenencia a un grupo influyen de manera importante, pero también, la personalidad de cada individuo y su predisposición.

Claro, que esto no es un caso universal, ni sus consecuencias son las mismas, es solo una muestra que he podido observar en muchas personas, no necesariamente por la misma razón, pero si en sus repercusiones.

Otro ejemplo de esto pueden ser los recientemente famosos “emos” quienes, al menos en Lima, claro, han formado una verdadera comunidad muy unida, muy bien acoplada entre sus miembros, creando una cultura, si bien cerrada y a veces algo excluyente para lo “no emos”, muy interesa y compleja en sus maneras de ver el mundo, entender la música, tal vez como una extensión de sus sentimientos (se ven representados estética y líricamente en ella) y no son, como la mayoría dice, personas preocupadas en el look. Por el contrario, quieren demostrar que no son una moda y que el hecho de ser emo y adoptar su estilo de vida y música implica una manera de ver, entender y actuar sobre los hechos que suceden. Y todo esto se ha ido desarrollando en torno a la música, una nueva cultura, como en su momento lo han sido también la sicodelia, el punk, el metal y el grunge.

Partiendo de lo dicho anteriormente, entender o comprender el rock se convierte en el último paso. Esto no es difícil siempre y cuando creo yo se hayan cumplido ciertos requisitos. Lo que voy a decir es discutible en muchos aspectos, pero de todos modos quiero compartirlo: uno de ellos es que se debe sentir la música, no solo con los oídos sino también con el corazón, es decir con furia, amor, pasión, desenfreno, angustia, desesperación, vehemencia y veneración, sentimientos parecidos al que se tiene por una mujer o un hombre que nos trae locos, o por un líder político o religioso fundamentalista. El rock es así, violento, fundamentalista, extremista, es frío y caliente a la vez, no hay cabida para los paños tibios; otro requisito necesario es, lo que en jerga periodística le decimos “background”, o sea tener un conocimiento del tema que permita poder identificar y diferenciar los hechos o acontecimientos, en este caso haber escuchado un montón de bandas, sabiendo distinguir entre géneros, sonidos y demás; y por último (aunque pueden haber otros más) tener la mente abierta. Este es un punto muy importante y crítico para entender y comprender el rock porque muchos, y me incluyo hemos caído en este vicio por pensar tener la tonta idea de que lo yo escuchó es “recontra chévere o quemado” mientras lo que escucha el otro es una “basura” o “apesta”. Esa actitud lleva a muchos a encajonarse en un solo estilo o en un grupo de bandas y no exploran más allá. Esto ha fomentado un comportamiento parasitario entre quienes escuchan rock. Para ser sinceros, también he tenido muy marcados esos rasgos, cosa que por suerte he ido cambiando. El hecho de abrir la mente no solo implica el plano musical sino también el ámbito del respeto y de saber entender que lo que a ti te gusta puede serte bueno pero para mí u otra persona no nos gustará y viceversa. Es un acto de razón y de maduración musical en el sentido inductivo de la palabra.

Una vez hecho esto, se puede decir que uno puede entender y comprender el rock, pero esto no se da de la misma manera a como se entiende un fenómeno social o un hecho noticioso. Se acerca más bien, creo a la valoración que uno tiene cuando se mete a profundidad con un libro, todo un universo propio y a la vez tan comunal. La valoración es que tiene que ver tanto con preceptos subjetivos, sociales, económicos y culturales de cada individuo o grupo.

Entender o comprender al rock, creo, se basa en saber para qué fue hecho, el por qué escucho este tipo de música, por qué me identifico con ella, por qué las demás no me hacen sentir lo que esta si logra. De otro modo saber la importancia que tiene en nuestras vidas, de cómo nos afecta o nos influye en nuestras decisiones (suena algo improbable pero esto se da de manera la mayor parte de las ocasiones inconcientemente) los actos o las ideas que conforme pasa el tiempo con otros factores más importantes, vamos formulando y reformulando. Y por último, entender que es solo música, de no dejarnos absorber por la misma porque de ese modo esta perdería su valor como un ente socializador y de interiorizador a la vez, y de paso como distractor.

Al final de cuentas el rock se ha vuelto tan parte de la vida de la población mundial que no hay persona que no hay escuchado una rola super rockera. Pero eso es para el común de la gente que vive de acuerdo a los parámetros de la sociedad de consumo. Lo que vale es disfrutar la música sea cual fuera su estilo a acepción: si es chicha, cumbia, clásica, salsa o rock, eso en el fondo no interesa, pero es cierto también que cada una de ellas tiene sus propios códigos, formas y maneras de ser y moverse en sus comunidades. En este caso he hablado del rock porque creo es lo que más conozco en el plano musical, pero eso en realidad no importa, siente el rock penetrar tus poros y expandirse por tus venas e irrigar tu organismo con su sustancia extrema y colosal. Lo demás vendrá si solo. Si te dejas llevar….


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