La Necesidad, la matriz, la farlopa, la desidia, la depresión, unas cuantas vaginas

sábado, 14 de mayo de 2011


Ser hombre nunca ha sido una cuestión de fácil maniobra. Tener dos bolas colgando entre las piernas es muchas veces lo mejor que te puede pasar y en otras puede ser, no un estorbo, pero si una complicación total. Yo no se por qué los hombres tenemos tres cerebros: el cerebro propiamente dicho, el corazón y el falo. No lo entiendo, por qué el mundo parece haber sido hecho para hacerle cuadritos la existencia a los hombres, las mujeres, de lejos parecen llevarla mucho más fácil que nosotros, aunque, “¡quien sabe!”

Y o y mi no otro yo

Cuando escribo sobre mi en verdad no lo hago solo de mi, porque se que mi experiencia puede ser algo que sobrepase mi propia percepción de la vida y se asemeja o iguale la de otros. No lo se. No entiendo cuando algunos preguntan por qué uno escribe lo que escribe cuando se vuelve, en cierto punto, muy “personal”, es como si, de pronto el ánimo morboso de las personas pensara que desnudas algo de ti cuando, no necesariamente es así, no al menos en mi caso. Todos los que me conocen saben que no cuento mis cosas porque no me sale de los huevos hacerlo, mi carácter es reservado, contradictorio y con la clara tendencia a no darle el gusto nada. Lo mismo sucede aquí, en el caso de quien escribe, volverse personal responde al ánimo no de desfogar un problema, sino de canalizar una percepción que entiendo puede no ser solo mía. Detesto las preguntas tipo “interrogatorio”.

El influjo vacío de unos

Las personas de hoy somos un tanto, por no decir que bastante, vacías. Es muy raro ver a alguien que sea “real”, sobre todo la gente joven, o aquella que quiere pensar que aún lo es. Todos andan como monitos jugando a ser diferentes, pero ¿diferentes a qué? Es cierto que todos somos únicos así como parecidos, al mismo tiempo, pero hay esa necesidad, ese instinto matriz degenerado de jugar a ser diferente que me enferma, me saca de quicio.

Seminal

A veces siento que mi pene es lo único que me queda en la vida, el único que está ligado a mi en cuerpo y alma, a veces, hasta mi madre me parece ajena, y todo lo que quiero, simplemente me satura, porque existe esa necesidad en alguien como yo de que todo lo que quiero, amo, lo quiero cerca un tiempo y luego lo quiero lejos porque me saturo de todo, para luego volverlo a tener cerca y así, sucesivamente hasta que la muerte se acerque quedita y decida que la hora ha llegado, que todo ha concluido, que es tiempo de partir para no volver a tener esta forma, esta vida, esta felicidad, esta decepción.

Solo puedo decir que no tengo nada qué decir, en realidad……

La filosofía es la madre de todas las ciencias, pero filosofar se ha vuelto el oficio de los imbéciles (que son dos cosas, a mi modo de ver, diametralmente distintas) Todos son filósofos de bolsillo, todos creen ser más conscientes, más moralistas y éticos que el resto, todos compiten por ser probos, pero todos están corroídos (hasta yo en mis años universitarios estuve contaminado con esa plaga mental llamado “socialismo”) todos buscan fines individuales simulando ser seres de una intachabilidad y de una conciencia que ni ellos mismos pueden entender. Yo soy un mundano, no soy cristiano, tampoco me interesa ser un pagano, yo solo le rindo culto a los procesos de la historia humana, el verdadero dios de los hombres, solo me rindo ante la
capacidad de los seres vivos a moldear su propio destino, a forjar su propio camino hacia la superación, o hacia la destrucción, porque, incluso, puede ser un camino ambivalente el que conduzca al ser a crear un ente superior a si mismo, nadie en su sano juicio puede aspirar a ser mejor que otro porque todos somos distintos en esa materia y en tal, es una utopía, así como una falta de cariño propio y un sin sentido egoísta.

La necesidad humana de la nada

Si pudiera, tendría sexo con todo el mundo, porque, asumo que cada uno sería una experiencia distinta, y quizás una experiencia distinta a cada rato (no necesariamente sexual, eso es algo referencial), cada momento, cada día es lo que este espíritu que anida dentro de las cavernas de mis pensamientos necesita para sentirse vivo, porque conozco tanta gente, y algunos y algunas me pueden hacer sentir bien, pero tan solo unos instantes, no hay nada que no me ilusione, que me enamore, pero así como esto surge sin avisar, también se debilita, palidece y muere sin avisar, sin siquiera detenerse a advertirlo. Es la verdad.


I don´t care

A mi no me gusta decirle a la gente qué hacer con su vida, así que no me gusta que me digan qué hacer con la mía. Sin fanfarronear, algunos somos tan superiores mentalmente hablando, que todos los consejos que nos puedan dar, por bien intencionados que estos sean, nos parezcan escasos, sin sentido, nacidos de un empirismo que no sale de la experiencia individualista de quien te lo está diciendo. No es que uno se crea mejor o superior, es, simplemente, que uno es más apto para ciertas cosas que otros. No hay nada de malo.

Cuando uno cae, se puede volver a levantar, pero la mayoría espera que uno le extienda la mano para levantarse “bien”. Eso no tiene ningún sentido, ¿Dónde queda la auto superación? Es mera debilidad o también mera ociosidad de espíritu. No lo se, ya. Solo se que tengo una necesidad, un deseo que se expande por todo el cuerpo, desde lo más oculto y profano de mi anatomía ahogando el sentimiento que pueda nutrirse e inundando de perversión el lado izquierdo y derecho de mi cerebro.

El sentido inverso de todo lo que es

Me jode la gente que se quiere dar de intelectual, me jode la gente que acerca de todo quiere opinar sin saber a cabalidad de qué demonios se está hablando, así como me fastidian aquellos que no saben qué decir. Antes, o quizás no, el intelectual era un tipo curtido, un tipo que tenía algo qué decir. Hoy todos creen que tiene algo que decir, cuando la mayoría solo repiten como borregos lo que escuchan, o dedican sus vidas aburguesadas, sin ningún fin a perder el tiempo creyendo cosas que el sistema “encaletadamente” pone para que muchos bichitos crean que descubren la verdad y les ayude a jugar a quienes revelan la verdad, pero, en realidad solo son los hazme reír de toda esa cadena de la GRAN INDUSTRIA CULTURAL que todos odian ahora, pero qué rico que se la gozan, créanme que la extrañarán si es que algún día su tetudez la logra derribar.

Como el madrigal de un alma cansada

Cuando la vida se vuelve inútil, inservible, sin sentido, cuando es una existencia carente de “vida” no hay nada más sensato, más honorable que hacer dos cosas: la primera es luchar contra esa fuerza destructiva de tu interior que ha llevado al ser a su anulación como entidad para así salir airoso de su estanco mundano y espiritual o, simplemente irse al apartado más lejano de los recuerdos, de los conocidos, de la emociones y dejarse morir de una vez y no más, porque andar deambulando por el mundo sin sentir la sangre fluir por el organismo, el éxtasis hacerse posesión de uno es el motor de toda materia viva, sin ella, pues solo queda un saco lleno de cosas que sirven cuando el espíritu está vitalizado y vivificado, porque en esos días ni la sola idea de follar, ni el acto de fornicar, ni la exaltación abusiva al eyacular logran causar un gozo momentáneo, es tan solo la manifestación de un impulso involuntario por sentirse no muerto, cuando dicho acto solo produce una honda depresión, una inconclusa decepción.

Genitalia es la clave para el dolor

Creo que como muchos hombres soy un ser sexual en el sentido genital de la palabra, no se puede negar que tener sexo, tirar, follar, fornicar es, sumamente delicioso, es una de las cosas que los hombres disfrutamos de la vida (las mujeres también, pero hoy escribo a modo de género y no en un sentido general) Pero si me parece asqueroso cuando muchos hombres andan por la vida como penes erectos a punto de explotar, yo no se si eso me repulsa más que un nigger (pero por allí van) mas si es una actitud más que grotesca (como dicen las del sexo opuesto) creo que es una falta de respeto hacia si mismo y, sobre todo, una latente carencia de dignidad masculina. El flirteo me resulta (y esto si a modo personal) una imposición de la sociedad que me resulta aglutinantemente saturante, enferma y obscena desde un punto de vista ético. Es una carga que hace mucho decidí no contemplar dentro de mis planes, porque, el flirteo, en su naturaleza misma tiene como intención primaria la del coito, ahora una secundaria es la compartir momentos sentimentales con la otra persona, pero esto siempre resulta algo que se presenta después. En ese sentido, el sexo es un acto que condiciona la vida, no solo social, también intima y mental de los hombres. Pero a mi me pesa cargar con ello, no resisto verme expuesto a una carga social como esa, por eso la rechazo y no me interesa flirtear, ni coquetear y, aunque quiera, por último tampoco me interesa “follar”. Es la actitud, de “si sale, bien, sino, pues también”.

Las hijas de la aurora y su eterna inconclusión

La mujeres son un dilema para mi, un dilema para todos nosotros, eso lo se, eso lo sabemos, eso nos importa, pero ¿debería ser así? Yo creo que si, al final, es parte del sabor y goce de la vida, pero…… ay! Siempre existen eso “peros”. Hace tanto, me siento tan desinteresado de cada quien, de cual, de cada una, esa desmotivación de verlas a todas, de alguna u otra manera, tan sosas, bobas, superfluas, poco comunicativas, desprovistas de un sentido de la realidad que me llega a aburrir. Sería fácil para una persona como yo ver en ellas simples orificios genitales, pero la naturaleza no me ha dado esa capacidad de simplificación extrema, por tal, no niego que al buscar sexo también busco algo más, algún indicio que pueda llenarme más del gozo corporal, pero es tan absurdo aquello, tan ufana la esperanza y la pronta decepción que todo se trastorna en una asexualidad y desidia respecto a siquiera pensar en una mujer que me deleite la mente, porque, todas se ven tan simples, tan vacías, tan huecas, tan a la deriva, tan pendientes de demostrar cuan diferentes son de las demás que resultan por hacerme verlas como seres inferiores a mi, como personas a las que no debería si quiera mostrarles el respeto que siento por todo ser humano (y eso también pasa con los de mi propio género, pero hoy escribo “hombre” y de aquello que me influye como tal) como entidades a quienes por esas cosas de la vida tampoco puedo rebajar a lo que la mayoría de hombres hace cuando se sienten decepcionados de ellas o inconformes con las que han conocido o copulado. Pero no puedo.

Cansado

Por tal, estoy cansado, cansado de todo, de tener que enamorar a alguien, de tener que venir a trabajar, de tener que verle la cara a mi familia, de tener que pensar en una sola persona, que uno pueda actuar con la libertad genital que la naturaleza muchas veces demanda (risas). Estoy cansado de estar rodeados de gente tan patán, tan vacía que se obstina por mostrar a diestra y siniestra que son “UNICOS”, “DIFERENTES” cuando solo demuestran lo secos y muertos que están, estoy cansado de escuchar todo y que me importe, estoy cansado que todo suene igual, que hasta el amor suene a más de lo mismo, estoy cansado. Me voy a pajear.



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