Xelo

martes, 12 de octubre de 2010


I

Pareciera como si estos cinco años no hubieran pasado, como si fueran mucho menos, ya no siento el tiempo respecto a ti y a mi, no lo se, no lo entiendo, pero a pesar de ello, a pesar de las amplias distancias, de las brevedades de nuestros espacios, nuestros tiempos, desde hace cinco años y un poquito más habitas en mi corazón, en mis pensamientos, en mi ser.

Hoy, Xelito linda, es un hermoso día para recordarte, para sacar de ese baúl de emociones aquello que tu sabes que siento por ti, todo lo que guardo aquí, si, se que suena muy mamón, pero como ambos, a pesar de parecer estar en contra de todo, también amamos ciertas “mamonadas” que nos hacen ensoñar fantasías tu a tus ya más de 30 y yo con mi cuarto de siglo a cuestas.

II

Nunca nadie en mi jodida y bastarda vida pensó que yo era uno de esos sujetos que se metían en la red a buscar paliduchas europeas para enamorarlas, engatusarlas, exprimirlas y luego dejarlas, en otras palabras, en verbo lorcho peruano, nadie me dijo que yo era un “Brichero”, si, uno de sendas polendas, de intenciones malsanas, de deseos de manipulación y, si, tu Xelito, me lo dijiste en la cara, lo tecleaste con presunta conjeturación, y yo, estupefacto, solo atinaba a decir “¿cómo puedes pensar eso?”

III

Es extraño que hoy, en este tiempo, en este año, en esta semana, en esta noche magra, cuando la luna aún no se decide a sentirse llena que te escriba, que dedique este tiempo mero al hecho de querer decirte todas estas cosas, que ya las sabes, y sin embargo, hoy tienen un cariz especial.

Nunca te vi caer, jamás te escuché llorar, no se sobre las siluetas, idas y venidas de tu blanco y paliducho rostro, no entiendo acerca de la consistencia de tus cabellos, tampoco de las atmósferas de tus tetas, mucho menos de las cadencias de tus piernas, ni de la prepotencia de tus manos caladas a tu dedos, mas si reconozco en susurro tierno de tu voz española, esa que alguna vez me dijiste un tanto, solo un tantito, detestar.


IV

Sabes, ahora, mientras es casi la medianoche aquí en esta Lima que odio y adoro, escucho aquella canción que hace dos años y algo más me obsequiaste para subirme el ánimo cuando alguna depre aquejaba mi siempre extraña personalidad “The Waiting Room” de Fugazi, vaya que si me empila, vaya que si me pone de un humor cojonudo, animoso, y te recuerdo, y recuerdo aquellas conversas, yo el “indio tercermundista” y tu “la paliducha cosmopolita”.

El frío reflejo de un ordenador, el asqueroso sonido de una sala de chata que me indica que algo me has escrito, esos íconos apestosos que uso de cuando en cuando, mi bandeja de entrada cuando como por acto de magia s vislumbra una alerta con tu nombre y la sintética brevedad de tu mensaje no hacen sino llenarme de un mal sabor de boca que me lleva a extrañarte como pocas veces extraño a nadie, pues ya tu sabes que si algo nunca he sido es ser un tipo de nostalgias, de recuerdos constantes del pasado alejado.

V

Te digo, hoy más que nunca, en este período de mi vida daría todo por estar a tu lado, que tu estés al lado mío, que podamos salir a vagar, a caminar por las calles de Barcelona, por los museos de esa cándida ciudad, los antros de la perdición, o deambular por las viejas y roídas calles de esta pálida Lima, por sus aposentos, por sus cobijosos restaurantes, por sus deprimentes realidades, mirarte y verme feliz de tenerte al fin cerca, de poder escuchar Dinosaur Jr. mientras chupamos unas cuantas cervezas con un porro de marihuana al costado y una buena conversación.

Más que ayer, es cuando desearía que las distancias entre continentes, entre naciones y demás fueran nulas, que tu pudieras cruzar esa línea que nos separa, estar acá. Cuán buena sería nuestras vidas, lo sabes.

VI

No sabes. Conocer a tanta gente en este último período de mi vida ha sido una de las cosas más gratificantes que me ha podido suceder, personas a las que en poco tiempo he llegado a querer mucho, sin embargo, y como debes adivinar, todos estos son ocasionales, a los que casi no veo, en parte por las locuras del tiempo, de la vida, en parte por mi personalidad austera, mi carácter aislacionista, mi reticencia a querer ser como la mayoría a la hora de socializar, salir a las fiestitas guay, de andar de tragos sin ton ni son. Si, tu pregunta frecuente acerca de mi corazón, sabes mi historia, lo que me sucedió y sin embargo, no encuentro algo que me llene, que me haga sentir vivo, que me mantenga con la ilusión de seguir adelante con algo, tan solo acepto, miro, observo, luego me aburro y ya m quiero ir. Eso hice, quizás eso seguiré haciendo, se que he lastimado, pero es mejor cortar de una vez a dejar crecer las falencias de algo que está condenado a no perdurar, ¿no crees? Así hoy prefiero mi soledad, esa soledad que me resulta más estimulante que la compañía de alguna fémina con poco que decir, con nulidad de expresión, con bastedad de sin razón.


VII

Si te pudiera recordar por alguna canción lo haría en los primeros versos de Diamond Sea de Sonic Youth, porque se apega perfecto a lo que yo siento por ti, aunque, creo alguna vez te lo dije, esa canción está reservada a una persona que vino y se fue, tu sabes quien es, siempre ella, ¿lo recuerdas? Ahora no, en tanto aquí estoy yo y no quiero estarlo por siempre, como tu, seguramente.

VIII

Un vacío hondo me consume, muchos dicen que soy alegre, pero nunca me he visto así, por el contrario, creo ser un alma atormentada, muy sensible, aunque la gran mayoría arguya que padezco de insensibilidad, propensa a la depresión, al desgano, al desánimo, ¿qué puedo hacer? ¿Será esa mi naturaleza, mi querida Xelito? No lo se, ya no lo se, tu que eres a veces como yo, tal vez pudieras darme la respuesta.

Te quiero por ser ese hermoso ser que desde el principio ( a pesar de tus dudas) te mostraste, natural, sin atribuciones baratas, sin prepotencias impostadas, sin aires de ser quien no eres, solo tu y nada más, eso quiero, así te quiero. Y te quiero porque a pesar de ser la más lejana eres la más cercana entre todas dentro de mi corazón.

IX

No te olvides de mi, porque te quiero, porque soy más que tu amigo, casi una hermandad consagrada con penas, tristezas y gratas conversas, pues yo no tengo la intención de olvidarme de ti. No descartes nunca la idea que algún día nos veremos pues si sucederá, y cuando esto pase te daré el abrazo más fuerte y apretujoso que algún español mojoso te vaya a dar, eso lo puedes jurar (risas risotas) ese será uno de los días maravillosos de mi existencia. No olvides que te quiero mucho, que sean las circunstancias que se presentes anidas en mis pensamientos mas que cualquier otra persona que haya conocido último, que eres más importante que todas ellas juntas, que no tienes comparación, que hasta el fin de nuestra existencia y más allá tu serás “always” mi paliducha europea.

Mi querida Xelito.











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