Una partida perdida de antemano

domingo, 25 de enero de 2009

Lo que pasó

Los agentes policiales se dirigían prestos al Centro Histórico Bosque de Pómac, en Lambayeque. Su objetivo, el desalojo de un numeroso grupo de invasores que había decidido levantar sus esteras en dicho espacio arqueológico.

El superior a cargo de la operación era el jefe de la Segunda Dirección Territorial de la Policía de Chiclayo, general José Ubaldo quien de manera, quizás inconciente, desde el inicio de la movilización empezó a salirse de su control lo que supondría un operativo de desalojo más.

Un pequeño grupo de agentes, sin tener en cuenta el plan acatado se adelantan, como vanguardia, para llegar a La Palería II, centro poblado que concentraba en su seno la mayor cantidad de invasores.

Lo que los efectivos policiales desconocían es que, lo invasores, a sabiendas que los primeros irían para hacer concretar su desalojo, se armaron como pudieron para hacer fuerte su resistencia. Para ello, bloquearon el acceso al puente Montalbán rellenándolo con árboles de algarrobo, así como cavar zanjas para impedir el acceso de la policía.

Cuando las fuerzas policiales hubieron llegado al lugar indicado fueron recibidos con bombas molotov, artefactos pirotécnicos, garrotes con clavos, entre otros. La turba violenta arremetió contra el personal policial que se encontraba sin armas reglamentarias para hacer el propio uso, siendo su única opción para la defensa sus escudos y las bombas lacrimógenas que poco hicieron para controlar a la masa invasora.

Pomac, es un sitio arqueológico que lleva invadido desde hace siete años, irrespetando lo que es un patrimonio nacional de la historia, del legado de nuestro país. En ese sentido, el procedimiento al desalojo tenía doble sentido: Primero; que toda acción de invasión de terreno es ilegal y, segundo; porque los restos arqueológicos no pueden ser profanados o destruidos por acción humana alguna.

La pelea duraría aproximadamente dos horas. Fue entonces, cuando la policía estaba por tomar control de los centros poblados cuando son atacados por balas de francotiradores provechosamente posicionados para causar el mayor daño posible a las fuerzas del orden.

Ante las ráfagas de fusiles AKM y de francotiradores, los escudos, varas de goma y gases lacrimógenos poco o nada pueden hacer para controlar la situación. Esta, en consecuencia, se había salido de las manos.

De esta manera es como el suboficial de tercera PNP, Fernando Hidalgo Ibarra cayó herido de muerte por una bala salida de un fusil AKM. Cuando su compañero, el suboficial de segunda, Carlos Alberto Peralta Padilla, ve a este caer al suelo corre en su ayuda cuando, de pronto, un proyectil penetra su sien quitándole la vida automáticamente.

Para cuando el operativo inicial hubo terminado en un total fracaso, por lo menos, seis policías se encontraban internados en la Sanidad de la Policía de Chiclayo, así como la detención de alrededor de unos 32 presuntos sospechosos de estos actos delictivos.

Fue un Error

NI bien la noticia de la trágica muerte de los dos policías en Pomac se hizo con las primeras planas de los medios de comunicación del país causó la indignación y la pena por el trágico suceso.

De inmediato, las autoridades responsables, como el general José Ubaldo expresó sus más sentidos pésames a los familiares de las víctimas, y admitió (como pocos no lo hacen en el Perú) que el operativo, simplemente, “se le fue de las manos”, dijo antes los periodistas que pondría su cargo a disposición por el fallido operativo.

Al día siguiente del operativo, el ministro del Interior, Remigio Hernani viajó a Lambayeque en compañía del ministro del Ambiente, Antonio Brack.

En esta visita, Hernani visitó a los policías que hacían guardia en Pómac para prevenir un nuevo flujo de invasiones. Ante los reclamos de los efectivos allí apostados, el ministro manifestó que el gobierno no se ha olvidado de ellos, al contrario, “el rancho, el agua y la logística están asegurados”.

Por otro lado, el presidente de la República, Alan García Pérez, ante los medios de comunicación reunidos en Palacio de Gobierno con motivo de la muerte de los dos policías declaró que es inadmisible que se haya atacado de esa manera a las fuerzas del orden que no portaban armas de fuego. Ante esto, García indicó que de ahora en adelante, en los operativos policiales las fuerzas del orden irán debidamente equipadas para responder al fuego con fuego.

¿Qué rueden cabezas?
¿Y dónde quedan los DDHH de los policías?

La política peruana se basa, en la actualidad, en la politiquería. Ya no es novedad que a la menor falla de algún funcionario se pide que “ponga su cargo a disposición”. Y este caso no es la excepción.

Exasperados congresistas, principalmente de bancadas opositoras salieron a pedir la renuncia del ministro Hernani, atribuyéndole que su gestión tiene la muerte de alrededor de una veintena de policías.

En declaraciones a Ideeleradio, el secretario ejecutivo de la Coordinadora de Derechos Humanos, Ronald Gamarra, expresó enfáticamente que el titular de la cartera del Interior debe renunciar a su cargo.

Sin embargo, a modo de reflexión personal ¿Cuándo las agrupaciones de derechos humanos han salido a las calles, declarado ante la prensa, hecho manifestaciones cuando un agente de la seguridad nacional cae abatido cumpliendo su deber? ¿Por qué solo estas asociaciones salen en defensa de supuestos terroristas, de líderes de agrupaciones políticas extremistas, de reconocidos farquistas? ¿Es que acaso estos sujetos son los únicos “pobrecitos” con derechos humanos? ¿No son acaso los policías y militares seres humanos también? ¿No tienen, acaso, ellos derechos humanos dignos de defender en las calles?

Si pedimos la cabeza del ministro Hernani, sería entonces pedirla de todos los ministros del Interior anterior y posteriores a este. Porque el problema no se de administración, es de política, es de armamento, es de dinero. Es sabido que la policía peruana muestra en la actualidad taras tan enormes como la corrupción de sus efectivos, por el mismo hecho que sus ínfimos salarios los conducen a ello (sin justificarlo, claro) la falta de equipos móviles y armamento moderno y adecuado para cierto tipo de operaciones hace posible incidentes como el de Pómac.

Por tal, el problema de las Fuerzas Policiales trasciende a la gestión de Remigio Hernani. Y, sinceramente, es exagerado y populista pedir por cualquier cosa la renuncia de un funcionario.

Así mismo, el presidente de la comisión de Defensa del Congreso, Edgar Nuñez, al ser consultado por Canal N dijo: “El ministro del Interior debió estar allí”. En lo personal me parece ridícula este comentario dado que nadie preveía en lo que se desencadenaría el intento de desalojo pues, se suponía que era un operativo como cualquier otro. En ese sentido, la presencia del ministro era absurda. Lo que si debió hacer, fue trasladarse a Chiclayo el mismo día del incidente y no esperar a la mañana siguiente. Simplemente para demostrar que el gobierno actúa de inmediato en situaciones como la acontecida en Pómac.

De seguro que esta vez no recibiremos mails combativos pidiendo la cabeza de esos asesinos de policías, ni tampoco, marchas para exigir a los terroristas en el VRAE ni a los invasores a que respeten los DDHH de los policías, ni el más mínimo respaldo a los familiares de los caídos en Pómac. El Perú, en verdad, es un país de grandes contradicciones.

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