Meditando sobre el Bien y el Mal

domingo, 17 de enero de 2010

La vida moderna es una amalgama de contradicciones dentro del seno cultural de la sociedad occidental.

En ella se debaten los arcaicos valores del dogma cristiano con los nuevos impuestos descaradamente por la cultura consumista que impera desde hace ya varias décadas. Y pensar que muchas veces cuando recordamos eras anteriores creemos que el tiempo en el que nos ha tocado vivir es mucho mejor, dotado de una racionalidad insuperable aún, de un sentido de solidaridad y amor como las crueles sociedades de la antigüedad jamás gozaron.

¡FALSO!

Es mentira pensar que la sociedad moderna es mucho más “humana” y éticamente correcta que las que le precedieron, esta tiene enormes taras, grandes contrastes como las antiguas las tuvieron.

Blanco y Negro

Una de esas grandes contradicciones y, que a mi punto de vista, es una gran tara que ha afectado en sobre manera a la sociedad occidental, es la concepción de lo que es el bien y el mal.

Todas las culturas han desarrollado significados de lo que es el bien y el mal, pero no es interés de este post entrar a detallar las acepciones que diversos grupos sociales le han dado a estos términos, solo me remitiré a exponer el sentido filosófico de los mismos.

Resumidamente, se puede decir que
el bien es todo aquello que nos produce placer, todo aquello que favorece al logro de un objetivo. U otros señalan que el bien son las acciones libres que conducen a la realización de su “fin último”

En el sentido religioso cristiano, se puede decir que el bien es todo lo que lleva al ser humano a ser “persona”, una relación de actos que se encaminen en la ayuda al prójimo, lo que se definió en el Antiguo Testamento en las Tablas de la Ley dadas a Moisés donde se indicaban los 10 mandamientos, que no eran más que caminos de conducta sobre como obrar “bien” y no distanciarse de Dios. En otras palabras, el bien, dentro del modo cristiano de ver el mundo, se resume a hacer todo aquello que conduzca al “Reino de los Cielos”, a la diestra del Padre.

Por otro lado,
el mal es un aliciente en el camino hacia el bien, todo lo que se opone a este. No puede existir el bien, si no existe el mal, es una condición inherente a cada una de estas (así como Jehová no tendría razón de existir sin su contraparte, Satanás) El mal es todo aquello que está distanciado del juicio de la razón (lo socialmente aceptado) la transgresión de la leyes esenciales de la naturaleza humana, son acciones libres y conscientes de un supuesto bien, dado que toda motivación humana está guiada por la realización de un beneficio.

En el sentido religioso cristiano, es todo aquello que va en contra de las normas dictadas por Dios y resumidas por Jesús de Nazaret en dos únicos mandamientos (quienes hayan leído la Biblia o visto las películas por Semana Santa saben a lo que me refiero) En tal sentido, el mal es la ausencia de todo bien (Tomás de Aquino). En esta ausencia se encuentra el vicio del pecado. Según la creencia, no es el ser humano quien genera el pecado, es Satanás quien induce al hombre al pecado de pensamiento y acción, todo con el claro fin de alejar a las personas de la recta senda marcada por su Dios.

A Modo de síntesis cronológica

La idea de definir filosófica y religiosamente (un esbozo) tiene como finalidad la de comparar dichos conceptos con los valores de acción de la sociedad actual.

El concepto religioso del bien y el mal entran en contradicción cuando se da en Europa el “Renacimiento” como el gran salvador del oscurantismo intelectual y cultural que la Iglesia Católica impuso a toda Europa durante mil años (Edad Media)

Este nuevo movimiento no solo se dio en las artes y la literatura, también en la filosofía y con ello, la concepción de la ética y la moral.

El Renacimiento se caracterizó por ser antropocentrista, es decir, que veía al ser humano como centro de su reflexión y accionar, en contradicción con la doctrina católica de carácter teocentrista (Dios es el centro de la reflexión y accionar del ser humano) fue aquí cuando empieza la contradicción de la sociedad respecto al concepto de lo bueno y lo malo.

Sin embargo, el cristianismo, fue capaz de acoplar su doctrina a los nuevos lineamientos humanistas y cientificistas que se mostraban cada vez más convincentes que los sermones religiosos.

A opinión del autor, el Renacimiento fue solo el punto de partida; no se puede decir que este fenómeno generó un gran contradicción en la sociedad dados los sistemas socio-políticos de la época (monarquías absolutistas, pre capitalistas o mercantilistas cuya manera de pensar aún estaba marcada por un sentido religioso desde todo aspecto) Lo que el Renacimiento hizo fue introducir conceptos verificables y alejados de supersticiones que hasta entonces se mezclaron armónicamente dentro de la sociedad europea de los siglos XVI, XVII, XVIII y algunas décadas del XIX.

No fue si no hasta la aparición del capitalismo, sus repetidas revoluciones industriales, y sobre la aparición de nuevas filosofías como las de Karl Marx o Friederich Nietzsche y la aparición de nuevas tecnologías que renovaron el modo de vivir de las personas lo que hace que el sistema de creencias occidental entre en franca contradicción.

Era algo que se veía venir. Pero este cambio se dio de manera abrupta en los años sesenta del siglo XX con la aparición de las telecomunicaciones a nivel global y los avances tecnológicos cada vez más innovadores y destinados (intencionalmente, creo) a modificar el estilo de vida y con ello la manera de pensar y vivir de las personas, lo que conlleva a una violenta modificación de los valores y costumbres de una sociedad.

Vertical diferenciación

Sin embargo, y a pesar de todo este proceso, muchas cosas no cambiaron como muestra de esa contradicción.

Cualquiera asumiría que los conceptos del bien y el mal adoptaran una concepción racional y lógica sobre dichos ítems.

Esto no sucedió. Al contrario, los conceptos cristianos sobre el bien y el mal se acentuaron en el seno de la sociedad.

De esta manera la dualidad en la que se divide tontamente a los seres humanos se mantuvo. Pero, en la sociedad cristiano occidental como la presente, es lógico que estos preceptos, incompatibles con el mundo moderno persistan, pues son la base de dicho dogma.

Si echamos una mirada a las religiones, todas han tenido una interpretación de lo que era el bien y el mal, la mayoría de ellas se veía reflejada en las características de sus dioses. Solo basta con echar un vistazo al panteón griego o romano cuyos dioses poseían virtudes y defectos propios de los humanos; lo mismo sucede en el caso de los dioses nórdicos, quienes poseían alguna característica especial y a pesar de haber entre ellos amigos y enemigos, no se podía decir que unos eran malos y otros buenos. La misma historia se repite en las culturas andinas previas a la llegada de los españoles a América o de los ingleses a América del Norte.

Las religiones judías, islámicas y cristianas son las que han dividido de manera radical lo bueno y lo malo, atomizándolo en extremos irreconciliables.




De esta manera podemos darnos cuenta, en la vida diaria, que se tiende a catalogar a las personas de dos formas: las buenas personas y las malas personas, no se da cabida dentro de la cultura cristiana a que estas cualidades puedan ser inherentes en la naturaleza humana.

Por otro lado, dicha sociedad tiende a relacionar toda acción positiva, socialmente aceptada a la obra e inspiración de Dios, mientras que toda acción o episodio desgarrador se lo atribuye la figura del demonio.

Mi Visión Personal

La manera del autor de ver las cosas se resume a lo siguiente:

El ser humano, dada su naturaleza instintiva y racional, no puede ser calificado tan ligeramente como “bueno” o “malo” pues, en el seno de lógica y accionar está provisto de ambos aspectos. A ello vale decir que una persona considerada “buena” siempre caerá en un acto o pensamiento negativo o destructivo, así como una persona tildada de “mala” tiene espacios de bondad y todo lo que ello implique.

Honestamente, creo que privarnos de esta realidad es un acto “inhumano”, por consiguiente no hacemos sino suprimir y negar la naturaleza inherente a toda persona, alejándonos de aquello que nos hace animales humanos.

Esta supresión, acorde con los lineamientos de la doctrina cristiana ( resalta esto a partir del Concilio de Nicea) deja en claro lo represivas para el espíritu humano las religiones cristianas y sus hermanas semitas (judía y musulmana) quienes han tratado de uniformizar la moral, la ética y la conducta de las personas en falsos postulados de liberación espiritual.

Sumado a ello, entendamos que el bien y el mal son principios totalmente subjetivos que han ido cambiando, avanzando o retrocediendo (depende del observador) a lo largo de la historia. De tal manera que lo que es considerado como una virtud positiva, buena como la solidaridad o fraternidad (uno de los grandes símbolos de lo que es el “bien” en la moderna sociedad occidental) para los antiguos romanos era totalmente lo contrario, pues esta era signo de debilidad.

Con todo esto, queda de las personas dispuestas a meditar este artículo seguir creyendo como creen hasta ahora o continuar concibiendo el mundo de la manera tradicional y escasa de cuestionamiento que ha sido transmitida desde hace ya varios siglos.




ETERNOS HAILS!!!!!!

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