El día a día
No hay un solo día, en cualquier rincón del país, en el que abrir un diario, encender la radio o mirar el noticiero de las 10 y no se encuentre uno con una andanada brutal de noticias sin mucho sentido, de poca importancia, carentes de explicación.
No puedo evitar preguntarme ¿así estaría yo de haber conseguido entrar a un medio de comunicación? Es decir, redactando notas al azar, escribiendo sobre el farandulero de moda y su nuevo ropa “exclusiva”, sobre el pelotero que más goles anotó, sobre la balacera del día de ayer. Informes fugaces que al día siguiente nadie recordará porque en verdad a nadie le suelen interesar pasado el morbo y comenzado el nuevo día.
Es verdad, el avance tecnológico ha repercutido en los modos de hacer y difundir la información, cada vez más ágil, veloz, como nunca antes visto en la historia de la humanidad. En otras palabras, hay mucha más información a la mano.
Pero la cantidad no implica, necesariamente, calidad. Y es allí donde el flujo actual de información palidece, languidece, convirtiéndose indecente.
¿Periodista (s)? ¿Yo?
Cuando escogí esta carrera, el periodismo, lo hice de una manera bastante utópica. Yo soñaba (y sigo soñando, debo admitir) con ser articulista, columnista, escribir ensayos y hacer algo de literatura; así como hacer audiovisuales que fue otra de las pasiones que descubrí en el transcurso de la carrera, especialidad para la que creo tener bastante pasta y futuro.
En blogs anteriores hice mención que la juventud estaba enferma de desidia, escapismo y falta de compromiso; del mismo modo, el periodista peruano, en la actualidad, sufre de una dolencia que se ha vuelto una pose en él: la soberbia.
La soberbia se manifiesta en el periodista que transita por los medios de comunicación. Reluce en él esa pose altiva del que cree conocer mucho, y sin embargo entender poco o nada de lo que escribe. Aún recuerdo esa pedantería con la que muchos “colegas” que se encontraban en medios miraban a los que no, como si fueran la “elite” cuando en verdad son simples obreros del jefe del canal, radio, diario o revista.
Por experiencia y por cuentos de algunos conocidos, comprendí que muchos circulan en el ámbito periodístico por pura monería, por pura pose, por no dejar de sentirse importantes; gente de hartos contactos, sujetos bien nombrados, muchachones que no aman su profesión sino tan solo la impronta que esta les significa.
El Neo Periodista
El periodista de ahora está en un nivel al que el intelectualismo del “Intelectual Grumoso” nunca podría llegar porque no tienen la arrogancia ni la pose soberbia del primero. Son seres parecidos (en ciertos aspectos) pero diametralmente distintos.
Yo les llamo los “Neo Periodistas”, pero hago un paréntesis para decir que no todos los actuales amigos de la información, merecen este calificativo. Aquellos que merecen el título con todas sus letras son pocos, sin embargo, estos personajillos cada día son más y se esparcen como la plaga volviéndose el “mainstream” periodístico del mañana.
El “Neo Periodista” es un sujeto de conocimientos empíricos y algo de teoría fundida en las aulas universitarias. No se puede decir que es un profesional cuya calidad para redactar y plantear sus notas sea la correcta dado que está imbuido de la mediocre inmediatez frugal de los medios actuales. Se preocupa más por terminar que por entregar un producto de calidad.
No se puede negar que el “Neo Periodista” sea un hombre que no conoce de actualidad, pues lo es, y está al tanto de todo, su capacidad radica en que sabe de todo un poco respecto a la información del día a día. No les quitemos méritos. Sin embargo ¿Qué se puede esperar del “Neo Periodista” cuando conoce tanto de presente sin poder procesarlo, sin poder explicarlo, cuando ignora todo sobre el pasado? ¿O es que la actividad del periodista ha sido siempre la de informar y nada más?
¿Alguien tiene la culpa?
Recuerdo que hasta hace poco los diarios y las revistas (quizás aún lo sigan siendo) eran el bastión de una información extendida, completa, detallada y explicada de las cosas, de los sucesos con verdaderos recuentos y datos que ayudaban a complementar lo sucedido. Hoy eso ya no sucede.
Las razones podrían encontrarse en los nuevos medios de hacer y difundir la información, sobre todo de la decisión de los directivos de dichos medios respecto al tipo de información que desean difundir. Es allí donde nacen los “Neo Periodistas” y su fecha de nacimiento la encontramos en los años 90 cuando la prensa se vulgarizó hasta el extremo de banalizarse.
Pero ¿es el Neo Periodista un simple fenómeno surgido de la mediocridad de la enseñanza universitaria? Pues NO. Pensar que el Neo Periodista es un fenómeno explicable por las decisiones políticas y los cambios tecnológicos no explica este fenómeno. Falta un elemento más.
Hay otro factor que, obviarlo, sería imprudente: me refiero al hecho que los medios de comunicación en pos de aminorar costos, de entrar en la competencia y los contenidos ligeros para que mucha más gente los pueda leer, han decidido bajar la calidad de las redacciones al llenar dichas salas de principiantes que, en la mayoría de casos, no conocen el medio, no conocen la técnica y son influenciados por un entorno en el que la rapidez cuenta más que la veracidad y “objetividad”.
Es otro hecho que los medios prefieren cada vez más a practicantes por simples razones: carecen de experiencia (y por tal moldeables a las necesidades mercantiles del medio), escasos de calidad como periodistas, no tienen la conciencia para juzgar la línea del diario (cuando estos son medios modistas) y sobre todo, son baratos pues, en muchos casos cuestan menos de lo que la ley establece como el “sueldo mínimo” y en otras, simplemente, no cuestan nada, bloqueando el ingreso y desarrollo para los periodistas que tienen el talento, la capacidad y las ideas para proponer cosas nuevas, enfoques distintos, necesarios para atraer el interés real de los lectores.
A modo de remate
Por tal razón, puede concluirse expresando lo siguiente: mientras los periodistas (antiguos o jóvenes) son una especie en decadencia, el neo periodista es una raza decadente por naturaleza, y no soy fatalista cuando digo que lo más probable es que la primera se encuentre por un amplísimo tiempo relegada (no quiero pensar que llegue a ser extinta), subyugada, relegada ante la comercialización desmedida que ha invadido a los medios de comunicación. En ese sentido, y mientras esto se mantenga inamovible, la segunda se convertirá el “mainstream” lleno de periodistas escasos de nociones, incapaces de analizar lo que escriben, lo que emiten y, sin embargo, con la arrogancia y la pose boba del que sabe lo que acontece en el día a día informativo mientras desconoce las causas y probables consecuencias de ello.
Decir que depende del neo periodista dar el viro a la situación sería iluso, utópico, pues esto no pasará (no se puede esperar que la casta entronizada por los dueños haga un mea culpa cuando tiene todas las condiciones a su favor para asentarse); no sucede lo mismo con los periodistas que deben mantener, por decirlo así, firme la resistencia (que sería lo único que pueden hacer) y cuando hablo de resistencia me refiero al hecho de propugnar abiertamente por una revaloración del periodismo y su relación con los medios de comunicación. Así mismo, dependerá que los directores y empresarios comprendan la situación en la que han colocado a esta profesión y sepan compensar la calidad, la veracidad, el respeto junto a los intereses propios del medio.
Es una tarea que comprende a ambos lados, más, y reitero, esto tomará varias décadas hasta poder cristalizarse. A pesar de ello, podemos hacer la diferencia usando los medios alternativos para marcar la diferencia. Uno de ellos son los blogs, donde la libertad que brinda la basta red permite y admite que la calidad, análisis y enfoques distintos desde las canteras del periodismo puedan mantenerse y desarrollar de manera underground, independiente.
Y eso ya es un buen comienzo.
No hay un solo día, en cualquier rincón del país, en el que abrir un diario, encender la radio o mirar el noticiero de las 10 y no se encuentre uno con una andanada brutal de noticias sin mucho sentido, de poca importancia, carentes de explicación.
No puedo evitar preguntarme ¿así estaría yo de haber conseguido entrar a un medio de comunicación? Es decir, redactando notas al azar, escribiendo sobre el farandulero de moda y su nuevo ropa “exclusiva”, sobre el pelotero que más goles anotó, sobre la balacera del día de ayer. Informes fugaces que al día siguiente nadie recordará porque en verdad a nadie le suelen interesar pasado el morbo y comenzado el nuevo día.
Es verdad, el avance tecnológico ha repercutido en los modos de hacer y difundir la información, cada vez más ágil, veloz, como nunca antes visto en la historia de la humanidad. En otras palabras, hay mucha más información a la mano.
Pero la cantidad no implica, necesariamente, calidad. Y es allí donde el flujo actual de información palidece, languidece, convirtiéndose indecente.
¿Periodista (s)? ¿Yo?
Cuando escogí esta carrera, el periodismo, lo hice de una manera bastante utópica. Yo soñaba (y sigo soñando, debo admitir) con ser articulista, columnista, escribir ensayos y hacer algo de literatura; así como hacer audiovisuales que fue otra de las pasiones que descubrí en el transcurso de la carrera, especialidad para la que creo tener bastante pasta y futuro.
En blogs anteriores hice mención que la juventud estaba enferma de desidia, escapismo y falta de compromiso; del mismo modo, el periodista peruano, en la actualidad, sufre de una dolencia que se ha vuelto una pose en él: la soberbia.
La soberbia se manifiesta en el periodista que transita por los medios de comunicación. Reluce en él esa pose altiva del que cree conocer mucho, y sin embargo entender poco o nada de lo que escribe. Aún recuerdo esa pedantería con la que muchos “colegas” que se encontraban en medios miraban a los que no, como si fueran la “elite” cuando en verdad son simples obreros del jefe del canal, radio, diario o revista.
Por experiencia y por cuentos de algunos conocidos, comprendí que muchos circulan en el ámbito periodístico por pura monería, por pura pose, por no dejar de sentirse importantes; gente de hartos contactos, sujetos bien nombrados, muchachones que no aman su profesión sino tan solo la impronta que esta les significa.
El Neo Periodista
El periodista de ahora está en un nivel al que el intelectualismo del “Intelectual Grumoso” nunca podría llegar porque no tienen la arrogancia ni la pose soberbia del primero. Son seres parecidos (en ciertos aspectos) pero diametralmente distintos.
Yo les llamo los “Neo Periodistas”, pero hago un paréntesis para decir que no todos los actuales amigos de la información, merecen este calificativo. Aquellos que merecen el título con todas sus letras son pocos, sin embargo, estos personajillos cada día son más y se esparcen como la plaga volviéndose el “mainstream” periodístico del mañana.
El “Neo Periodista” es un sujeto de conocimientos empíricos y algo de teoría fundida en las aulas universitarias. No se puede decir que es un profesional cuya calidad para redactar y plantear sus notas sea la correcta dado que está imbuido de la mediocre inmediatez frugal de los medios actuales. Se preocupa más por terminar que por entregar un producto de calidad.
No se puede negar que el “Neo Periodista” sea un hombre que no conoce de actualidad, pues lo es, y está al tanto de todo, su capacidad radica en que sabe de todo un poco respecto a la información del día a día. No les quitemos méritos. Sin embargo ¿Qué se puede esperar del “Neo Periodista” cuando conoce tanto de presente sin poder procesarlo, sin poder explicarlo, cuando ignora todo sobre el pasado? ¿O es que la actividad del periodista ha sido siempre la de informar y nada más?
¿Alguien tiene la culpa?
Recuerdo que hasta hace poco los diarios y las revistas (quizás aún lo sigan siendo) eran el bastión de una información extendida, completa, detallada y explicada de las cosas, de los sucesos con verdaderos recuentos y datos que ayudaban a complementar lo sucedido. Hoy eso ya no sucede.
Las razones podrían encontrarse en los nuevos medios de hacer y difundir la información, sobre todo de la decisión de los directivos de dichos medios respecto al tipo de información que desean difundir. Es allí donde nacen los “Neo Periodistas” y su fecha de nacimiento la encontramos en los años 90 cuando la prensa se vulgarizó hasta el extremo de banalizarse.
Pero ¿es el Neo Periodista un simple fenómeno surgido de la mediocridad de la enseñanza universitaria? Pues NO. Pensar que el Neo Periodista es un fenómeno explicable por las decisiones políticas y los cambios tecnológicos no explica este fenómeno. Falta un elemento más.
Hay otro factor que, obviarlo, sería imprudente: me refiero al hecho que los medios de comunicación en pos de aminorar costos, de entrar en la competencia y los contenidos ligeros para que mucha más gente los pueda leer, han decidido bajar la calidad de las redacciones al llenar dichas salas de principiantes que, en la mayoría de casos, no conocen el medio, no conocen la técnica y son influenciados por un entorno en el que la rapidez cuenta más que la veracidad y “objetividad”.
Es otro hecho que los medios prefieren cada vez más a practicantes por simples razones: carecen de experiencia (y por tal moldeables a las necesidades mercantiles del medio), escasos de calidad como periodistas, no tienen la conciencia para juzgar la línea del diario (cuando estos son medios modistas) y sobre todo, son baratos pues, en muchos casos cuestan menos de lo que la ley establece como el “sueldo mínimo” y en otras, simplemente, no cuestan nada, bloqueando el ingreso y desarrollo para los periodistas que tienen el talento, la capacidad y las ideas para proponer cosas nuevas, enfoques distintos, necesarios para atraer el interés real de los lectores.
A modo de remate
Por tal razón, puede concluirse expresando lo siguiente: mientras los periodistas (antiguos o jóvenes) son una especie en decadencia, el neo periodista es una raza decadente por naturaleza, y no soy fatalista cuando digo que lo más probable es que la primera se encuentre por un amplísimo tiempo relegada (no quiero pensar que llegue a ser extinta), subyugada, relegada ante la comercialización desmedida que ha invadido a los medios de comunicación. En ese sentido, y mientras esto se mantenga inamovible, la segunda se convertirá el “mainstream” lleno de periodistas escasos de nociones, incapaces de analizar lo que escriben, lo que emiten y, sin embargo, con la arrogancia y la pose boba del que sabe lo que acontece en el día a día informativo mientras desconoce las causas y probables consecuencias de ello.
Decir que depende del neo periodista dar el viro a la situación sería iluso, utópico, pues esto no pasará (no se puede esperar que la casta entronizada por los dueños haga un mea culpa cuando tiene todas las condiciones a su favor para asentarse); no sucede lo mismo con los periodistas que deben mantener, por decirlo así, firme la resistencia (que sería lo único que pueden hacer) y cuando hablo de resistencia me refiero al hecho de propugnar abiertamente por una revaloración del periodismo y su relación con los medios de comunicación. Así mismo, dependerá que los directores y empresarios comprendan la situación en la que han colocado a esta profesión y sepan compensar la calidad, la veracidad, el respeto junto a los intereses propios del medio.
Es una tarea que comprende a ambos lados, más, y reitero, esto tomará varias décadas hasta poder cristalizarse. A pesar de ello, podemos hacer la diferencia usando los medios alternativos para marcar la diferencia. Uno de ellos son los blogs, donde la libertad que brinda la basta red permite y admite que la calidad, análisis y enfoques distintos desde las canteras del periodismo puedan mantenerse y desarrollar de manera underground, independiente.
Y eso ya es un buen comienzo.
2 Blasfemias:
pero igual trabajarias... despues de todo q tiene de malo cubrir la nota diaria?
Pues no, no tiene nada, de malo, pero creo que jhas entendido mal a lo mejor, yo critico el hecho de cubrir las noticias, sino simplemente el hecho que, al menos la prensa nacional, ha devenido en información que poco o nada tgiene de importancia, o los ángulos en que se enfocan son, en la mayoría de casos, escasos y poco profundos.
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