Winterdepression (a modo de ensayo)

domingo, 23 de enero de 2011



Como introducción

El pensamiento regular es que la depresión es un sentimiento negativo, una emoción destructiva, una de esas “taras” que a casi toda la humanidad le gustaría, simplemente, extirpar y negar, pero ¿es en verdad este “mal” como lo pintan y ven la mayoría de las personas?

En teoría, la depresión es un trastorno del estado de ánimo, reflejado en el abatimiento y la infelicidad que puede ser temporal o bien permanente. Nadie podría negar dicha definición (quienes la hemos sufrido sabemos que es así)

Sin embargo, a dicha definición le haría yo objetaría si en verdad un trastorno del estado de ánimo es negativo o que al inferir que uno siente infelicidad no se intuye que uno debe estar, necesariamente, todo el tiempo “feliz”.

Depresión: ¿algo por lo que temer?

Me resulta bastante extraño cuando tu le dices a cualquier conocido que has tenido depresión hace poco, o peor aún, que la vienes sufriendo, es decir, tan solo basta mirar la expresión de su rostro, me resulta como si en ellos hubiese caído una piedra enorme, de terrible dolor, de espantoso pesar. Es una expresión como si en una desgracia te hubieras sumergido. Para muchos si que lo es, para la gran mayoría, para mi y unos pocos más, no lo creo.

No miento cuando digo que en la última era, si, la era de la globalización, la tecnología, la sociedad de la información, el sistema de consumo, el mundo pos moderno es cuando se han registrado mayores casos de depresión. Por lo general la ciencia se remite a decirte muy tendidamente qué es la depresión, mas carecen de argumentos al momento de explicar por qué se produce la depresión. A mi criterio existen dos factores: los sociales y los personales.

El factor “social”

Cuando hablo de factores “sociales” intento englobar a aquellos asuntos de la sociedad moderna que afligen, reprimen la voluntad y acomplejan la mentalidad del ser humano. De este modo, no resulta raro ver que las personas se desviven por poseer todo aquello que el sistema de consumo nos impone constantemente en afiches, comerciales, textos, programas, “modelos a seguir”. De este modo, la depresión surge como consecuencia de la ansiedad, la ansiedad de no ser como los medios dictaminan, la ansiedad de querer poseer, obtener algo que realmente no necesitamos, el hecho de tenerlo e, incluso aún, seguir sintiendo la misma ansiedad, hasta mucho más fuerte, luego de eso, el siguiente paso es el vacío emocional, previo a este tipo de depresión.

A mi modo de ver, este tipo de depresión es una enfermedad más que otra cosa, pues nace como consecuencia de un sistema de valores decadentes que tan solo busca la automatización del ser humano, la enajenación de los sentidos, la pérdida de identidades (hecho concienzudamente por el orden establecido) para vaciarlo totalmente y llenarlo de una sin razón tan antinatural y anti humana que el propio ser no sabe como reaccionar sumiéndose en un círculo vicioso en el intento por tratar de hallarse a si mismo, sin saber que no podrá hacerlo.

Depresión

La depresión como factor personal es lo que podría denominarse (desde mi punto vista) como la DEPRESIÓN REAL al ser parte de un entorno, situaciones y problemas dentro de lo humanamente razonable, que devienen del accionar natural e instintivo de la vida personal de los seres humanos y en colectividad.

Se puede decir que la depresión se sustenta en una parte esencial de la naturaleza humana tan inherente como el solo hecho de amar u odiar; este deviene de un acto de amor no comprendido, más por acto de amor debe entenderse todo aquello que hacemos con gusto, voluntad y pasión cuando esto es rechazado, ignorado, distendido por los seres queridos, por quienes nos rodean, por el colectivo. La depresión es un acto de auto destrucción en si mismo, el cual conduce a una nueva interpretación del ser tal y como lo concebimos antes que este proceso apareciera.

En esto no hay nada de malo, nada que pueda horrorizar. Más allá de eso, la depresión es un proceso natural al que toda persona está expuesta, necesario de experimentar. La depresión es una parte del proceso de aprendizaje y de conocimiento de su propio ser, es un motor por medio del cual uno tiene la oportunidad de morir una y tantas veces sea posible, para renacer superior al individuo que fue antes; ese es el “valor agregado” que se le puede y debe dársele a esta experiencia.

La sabiduría y el gozo

La depresión no es como el amor, el amor no se enmarca dentro de los parámetros del conocimiento, la sabiduría, el aprendizaje, la superación; es cierto que este es una emoción-sentimiento maravilloso, digno de vivir y gozar, pero restringido a eso que, por su misma carga subliminal y endulzadora no puede conducir a lo antes mencionado; la depresión, en cambio, tiene una naturaleza tal que si permite llegar a esto.

En ese sentido, la depresión no debería significar tristeza ni aflicción, mucho menos horror, todo lo contrario, es el hecho de vivir el sentimiento depresivo, de disfrutarlo el tiempo que deba durar mas aún saber canalizarlo para, de este modo, permitir que nuestra persona salga fortalecida, madura, superada y con una conciencia aún mayor que la que teníamos antes de empezar este período. La depresión se debe disfrutar como se disfruta el sentimiento del amor, pues está al extremo de este sentimiento, así como está enajenada del odio, pues la depresión nace del dolor, la tristeza, la soledad, del desamor, la desesperanza, la escases de un ideal, no del odio, no de la ira, tampoco de la cólera furibunda. Es por eso que entender a la depresión de este modo, requiere de una mentalidad capaz de verlo así, presta a la disciplina del espíritu, de entender los procesos internos de una manera más allá del estándar establecido por la sociedad moderna que busca desarraigarnos de nuestras emociones primarias, personales y colectivas para volvernos autómatas fieles servidores del consumo y los estereotipos.

La debilidad del suicidio

Por otro lado, al entender la depresión de esta manera estamos negando, automáticamente, el cliché que hay al asemejar este estado con el suicidio; eso no es sino una debilidad de las personas. El suicidio responde, en este tiempo, a la debilidad de las personas a afrontar los embates de una vida que no terminan por entender (ahora ya no existe el suicidio por honor o cuando uno llega al entendimiento real que ya cumplió su ciclo de vida en la Tierra). La verdadera depresión no tiene, en lo absoluto, nada que ver con eso, pues trasciende las ideas de muerte por las ideas de disfrute, dolor, pena, así como las de superación, fortalecimiento y forja del orgullo individual una vez superada.

Toda depresión es superable, a mi criterio, por más fuerte que esta sea, por más tenebrosa y absorbente que resulte, se puede superar, la voluntad humana es más fuerte que todos sus procesos, mientras que la mente es la punta de lanza de todo desarrollo emocional, sentimental y cognitivo. Si dicen que el cuerpo puede curarse a si mismo, sucede de la misma manera con el espíritu sumergido en depresión real. No hace falta de un cuchillo, un frasco de pastillas o un precipicio para acabar con ella.

Cerrando

Para finalizar, tan solo queda por decir que el camino en la búsqueda del conocimiento es amplio y misterioso, los senderos por los que el ser humano debe atravesar son un océano tan vasto que pocas veces podemos lograr comprender la verdadera dimensión de sus intenciones; las opciones son muchas, variadas y diversas, una de ellas, una vital puesto que esta dentro del mismo humano es la depresión, ella puede marcar la diferencia entre lo que uno es y lo que aspira ser como ente individual conectado con su propio yo en la búsqueda de la supremacía del hombre introspectivo.




La Caída del Imperio Inca (Atahualpa y Francisco Pizarro) DOCUMENTAL

sábado, 22 de enero de 2011


El siguiente post trata de uno de los acontecimientos más importantes de la historia, la caída del Imperio Inka a manos del reino de España vista desde un enfoque menos lineal, menos de hechos, donde la relación entre dos hombres es la base de todo el argumento e ilación; me refiero al emperador inka Atahualpa y al conquistador (antiguo porquerizo y analfabeto) Francisco Pizarro.

El documento ha sido realizado por la cadena “Discovery Channel” la cual está inspirada en los testimonios recopilados de las crónicas de la época, así como de los archivos generales de Indias en España y las declaraciones de historiadores peruanos como el ya fallecido historiador (y gran hombre) José Antonio del Busto, entre otras fuentes documentales.

La historia trata acerca de la llegada de los españoles al Perú, del encuentro entre Atahualpa y Pizarro en la ciudad de Cajamarca (norte peruano), de la relación de extraña afinidad que ambos mantuvieron, sobre como el oro (la sangre del dios Sol para los “Runa Simi”) fue uno de los motivos por el cual se dio la conquista del Perú y de cómo este terminó siendo la codicia enferma de los españoles quienes, ni con todo lo “civilizados” que presumían ser, no pudieron evitar caer presa de la codicia, el salvajismo y la guerra entre camaradas que, incluso, acabó con la vida del hombre que les había concedido la gloria, Francisco Pizarro.

El documental toca puntos que para muchos que desconocen los hechos reales de la historia son más que factibles y verificables: por ejemplo el sistema de alimentación y producción del mismo mucho más avanzado y desarrollado que el feudal sistema que aún persistía en el reino de España, o las avanzadas técnicas de metalurgia, por mencionar solo algunos, o la estupenda red de caminos que a nivel universal son equiparados con las vías de la Roma imperial.

El documental toca de manera tácita lo que sería la raíz del proceso de mestizaje e incluso, el propio José Antonio del Busto hace mención de ello.

En lo personal, el documental me parece de un valor visual, informativo y aleccionador bastante interesante pues, sirve para conocer como fue esta síntesis cultural que fue el Imperio Inka, para conocer a quien fuera uno de los hombres más poderosos de la historia, así como la semilla de lo que constituiría el Perú moderno.

Sin embargo, hay ciertas cosas que el documental no menciona y en otras cae en incorrecciones. Por ejemplo, no se hace mención que al momento de la llegada de Pizarro y compañía el imperio acababa de terminar una guerra civil en la que Atahualpa había vencido a las fuerzas de su hermano elegido para regir, Huascar y que la situación política se mantenía un tanto inestable, lo cual facilitó (irrefutablemente) el triunfo de los españoles; así mismo, en la última parte del documento se dice que fue con la muerte del emperador que el imperio llegó a su fin, sin oposición alguna, lo cual no es cierto pues a la muerte de este la resistencia emergió encabezada por sus tres principales generales, Rumiñahui, Calcuchimac y Quizquiz, o la resistencia de los inkas de Vilcabamba, cuya resistencia duró de 1537 a 1572.

Habiendo dicho todo lo necesario, dejo este valioso documento para que lo vean.



















But in a funny way

miércoles, 12 de enero de 2011


Es una sensación rara, extraña, pero conocida la que desde hace un par de días me embarga hasta el punto de embriagar mis sentidos con esa sustancia de nulo sabor, llena de subliminal sensación, que estimula tu cerebro y te hace pensar que la belleza proviene de ese músculo llamado “corazón”.

De estos veranos ya han pasado tres desde la última vez que experimenté una sensación tan apabullante, tan inmensa, superior en grandeza y nobleza a mi ser entero. Desde aquella vez en que sentí flotar mi esencia en los bizarros pero siempre fantásticos enlaces y conexiones que los sentimientos producen en el ser humano.

Para ser honesto, la sensación no me la produce una mujer que hace poco haya conocido, sino una que siempre parezco volver a conocer una y otra vez, a quien siempre encuentro cada vez más adorable, más hábil, más lúcida, tan despistada al momento de actuar, caminar, pensar, pero tan bien coordinada a la hora de fundamentar.


Todos quienes me conocen, o creen conocerme, me ven como un tipo un tanto inexpresivo, poco sensible, quizás menos cariñoso que todo lo anterior, y sin duda un hígado andante como el que en verdad siento que soy, y no lo voy a negar, soy renegón, y creo que esto, al final, entre otras cosas, me va a terminar por matar (no solo mis huesos, ah, jajajaja) y estoy seguro que esta persona del mismo modo que el resto. No creo que eso esté mal, al final de cuentas, si algo hago es siempre mostrar lo que quiero mostrar, es así, mostrar lo que deseo, hacer pensar a los demás lo que quiero que piensen; además, porque siempre he sido (y aunque unos creen que no) y, seguramente seré, un tipo tímido, bochornoso, que teme a las respuestas de los demás cuando siento mi alma abrirse ante cual o tal persona, como en este caso. Así que me queda la escritura, algo que creo no hago tan mal.


Recuerdo que por mucho tiempo, es decir, desde un poco más de dos años, pensé haber suprimido el sentimiento hacia esta lindura. Por meses, por años, por gustos banales que vinieron y se fueron como la fugacidad de la moda, pensé que había logrado olvidar aquello hasta remitirlo a un simple gusto físico. Sin embargo, en uno de esos días indecisos de diciembre del año que hace poco se acaba de ir, pensando sobre ella, acerca de ella, en ella, tras varios días de confusión, como esa espesa niebla que todo lo oculta hasta el punto de invitarte a caminar en una penumbra eterna, me di cuenta, cual revelación oculta, que en verdad todo este tiempo, si, TODO ESTE TIEMPO, nunca la dejé de querer, no dejé de tenerla tan metida en la espesura de mi alma como las paredes que forman mi ser.

Fue así que ese período tan extraño, vulnerable, angustioso en el plano sentimental se terminó; el hecho de saber que desde enero del 2008 no he querido en el fondo a nadie salvo a ella fue algo que, incluso a mí mismo, me sorprendió. Y no hago desde entonces sino disfrutarlo.

Haciendo honor a la verdad, desde hace tiempo yo he extirpado de mi cabeza, de mis nociones, de mis ideas, pensamientos, de mi cerebro, el hecho que alguna vez ella y yo llegásemos a tener una relación más allá que el trato amical. Es como aquellas sensaciones que das por ciertas a pesar que en tu interior se anide tan solo una chispa de ilusión para que sucediera, absolutamente, todo lo contrario. Tantas veces me pregunto por qué he llegado a tal conclusión y no se qué responderme: a lo mejor sea que resultara al final alguien realmente “bored” para ella, quizás las expectativas de cada uno, quizás el hecho que en cosas sensibles seamos militantemente diferentes, quizás que yo sea (así de simple) un pobre y triste “huevón”.


No me queda mucho por decir, no me queda mucho por expresar en estas líneas que tan solo sirven como un motor hacia una especie de confesión “ahogada”, pero si deseo sentir aquello que en estos momentos estoy sintiendo, no importa si de ello nada voy a lograr (que es lo seguro) pues esa no es la finalidad, sino la de dejarme llevar por aquello que hoy se alza como una experiencia que llena mi espíritu de jubileo, de una “alegría” que hacía tanto no experimentaba.

No importa con quien fuera, por quien fuera, pero esto se siente genial y, como escuché en la cita a algún escritor cuyo nombre ahora no recuerdo, lo más importante del amor no es que nos amen, sino cuando nosotros amamos, estoy de acuerdo con ello, y por eso mismo quiero que esto fluya, que pase cuando deba pasar, que se prolongue si se debe prolongar, que se expanda si así el espíritu lo designa, que tan solo venga de la manera que mejor sea, y disfrutarlo todo cuanto implique, esa es la consigna que voy a implementar.

Para finalizar, pues, yo sigo soñando. Eso lo acabo de comprobar.

Una historia sobre segregación (Nudo y Epílogo)

domingo, 2 de enero de 2011


Sobre el “sujeto”


Sobre el relato antes mencionado, una vez que estuve caminando hacia mi casa bajo los faroles teñidos de un amarillo extraño me puse a pensar en aquél sujeto, no tanto en su persona, como en lo que me sabe representa, sobre la metáfora de su ser a la realidad de tantos, y sobre aquellos que sin pensarlo y bajo un sesgo ultra irracional hablan acerca de la igualdad entre todos los seres humanos, entre todas las etnias y culturas.

Ese tipo nunca será mejor o superior a mí, de antemano su condición de ladrón, de andrajoso, de ser un patético predicador individualista lo hace ya inferior a mucha gente, sin embargo la cultura que el ha rechazado por la que ha acogido, es decir, el conjunto de valores sub normales que glorifican el hedonismo, el facilismo, la decadencia moral y el sin sentido de las acciones lo hace un ente desechable, falso, una marioneta de un sistema que tan solo quiere, necesita sujetos así para poder subsistir y seguir envenenando a las personas. Este esperpento cayó bajo el influjo del latrocinio y la droga, otros lo hacen bajo la farsa de la religión, otros bajo el hedonismo del dinero, el sexo, el éxito sin escrúpulos, o la misantropía.

Sin temor a una exageración, este “nigger” bien podría representar la idiosincrasia judeo-cristiana del peruano común. Hagamos de lado el hecho que sea un parásito social de esta sociedad (ladrón, fumón y andrajoso) y enfoquémonos en su discurso, su perorata acerca de dios, su condición sub normal y con ello vendrá todo lo demás.

Pensando en mí pueblo de manera distinta

El Perú, una nación andina-amazónica, se funde en la tradición de sus pueblos paganos, la verdadera identidad de este territorio está en su tierra, en el honor, orgullo y fuerza que hicieron despliegue los antiguos reinos a imperios que habitaron aquí y que, en muchos aspectos eran superiores en modos, técnicas, usos y estructuras a las civilizaciones europeas que la invadieron y dominaron (de eso no hay duda alguna).

El Perú, se consolida como tal con llegada del europeo, aquél quien trajo su civilización, ritos y religión, la judeo cristiana y con ella todas sus taras. Lo que la civilización española hizo fue pervertir el natural orden de cosas con su fe decadente, su dogma de muerte (el único aspecto negativo del período conocido como la “Colonia”)

El judeo-cristianismo, como en el resto de naciones donde se asentó se encargó de calificar como “adoración satánica” la cultura pagana de nuestro pueblo, destruyo nuestros templos de culto y adoración para levantar sus muros de piedras, sus recintos donde pregonar la muerte, descartó nuestro legado como legítimo para dar paso a la única historia posible de admitir, la del judío crucificado y sus doce eunucos.

Y como en otras naciones, el culto de muerte se expandió a todos los ámbitos de la sociedad, de la vida diaria, íntima y colectiva, quemando los viejos vínculos que nuestros gloriosos antepasados tenían con nosotros, castrando nuestra raíz cultural materna, adoptando el mórbido flagelo de un padre resucitado.

Misantropía: el legado del hebreo

No piensen que esta cultura (otros le dicen anti cultura, de acuerdo con ello) promueve la paz, la verdad, el amor y solidaridad pues son meras fachadas para encubrir el hedonismo, la mentira, la misantropía, la flojera y la comodidad parásita.

Yo me pregunto si el sujeto que se encontraba en el colectivo conmigo hace sus plegarias al dios judío para ¿sentirse protegido y resguardado en la tierra? ¿Si acaso no pide por otros salud, bienestar para que luego él sea recompensado por su “desprendimiento” una vez que llegue al “reino de los cielos”? La respuesta es si.

La religión, el sistema judeo-cristiano se funda en bases individualistas. Uno hace acciones buenas porque te dicen que solo así podrás vivir a la “diestra del padre” una vez la muerte con sus largas alas haya alcanzado tu existencia. Del mismo modo, las obras malas son bien recibidas, aceptadas y hasta justificadas porque luego basta que uno se hinque, junte las manos, ponga el rostro compungido, mire al cielo con temor para pedir a su dios el “perdón de sus pecados”, tener la absolución divina, la del padre, o el de la conciencia para saberse salvo y seguir andando como si nada, para garantizar un espacio en el cielo. Un fin indiscutiblemente mezquino e individual.

El pueblo sin espíritu

El peruano es una caminante sin orgullo, un guerrero sin espíritu, un pagano sin identidad. ¿Por qué? el primer factor, sin duda, es la llegada de la cultura judeo-cristiana, el segundo, pero no menos importantes ha sido la llegada de otras culturas inferiores como la africana, o la colie china, la japonesa que, en el caso de la negra, no han hecho si no pervertir los valores que se fundían entre las culturas andinas y europeas; en tanto que las dos últimas han sido parasitarias al no aportar nada en ningún sentido posible.


Es allí donde nace la “cultura peruana”: desvirtuada, sin cohesión, sin identidad, la nación más alienada de América Latina, una vez la tierra pre colombina más importante, una vez la colonia más trascendental del reino de los castellanos, y hoy solo un punto más en la cultura importada de fuera, aquella que intenta eliminar cualquier iniciativa por encontrar la verdadera identidad de nuestro pueblo. Fuimos el punto clave para librarnos de la dominación española, en tal podemos ser el escenario primario para romper las cadenas del sistema judeo-cristiano.

La perversión de quienes dicen “somos iguales”

El sistema imperante, cuyo motor ideológico es la globalización, se ha encargado de decirnos que no hay diferencia alguna entre las culturas, que todas las personas somos iguales. Nada más falso que esto. De ser así, ¿aquél sujeto en el colectivo, un verdadero parásito, tiene los mismos derechos que yo? ¿Los terroristas comunistas que por 20 años desangraron a mi pueblo tienen los mismos derechos o son iguales a mí? Yo digo que no. Eso no me convierte en un conservador capitalista, eso me convierte en un hombre de honor que entiende los niveles, categorías en los que se desenvuelve la vida humana de acuerdo a las decisiones de cada uno.

Ahora todos, tanto blancos, mestizos, como indios están dominados por esta plaga que los ha desvirtuado, que los incita a vestirse como gente de un gueto negro, a desligarse de los asuntos de interés, a voltear la mirada dando importancia a temas flatulentos y de perversión como, por ejemplo, las drogas, la desidia, la música sin darle un sentido, un valor agregado, una acepción de identidad; cuando todo se vuelve un mero pasatiempo para mitigar el vacío que el sistema produce en las personas a nivel general.

Hasta las formas de conseguir sexo se han degradado a tal punto que hoy veo, con la mayor repulsión y desagrado, como una mujer es abordada con la más alta carencia de sentido común, digno de personas identificadas con sub-culturas decadentes que hoy han emergido de otras culturas sub normales y parasitarias. Esta falta de respeto es (también) fomentada por las mismas mujeres quienes, igualmente contaminadas por estos valores decadentes permiten su degradación, su transformación a meros objetos de placer, reducidas a una simple “pussy”. Dejamos que un judío bajo la forma moral y valorativa de un “nigger” abuse de nuestras mujeres y se perpetúe en el tiempo su sangre, su linaje pervertido mediante el sexo. Las mujeres decadentes buscan ligar con el nigger más guay, porque ser nigger ahora está de moda, es lo "IN". El “nigger” es para América Latina lo que el judío fue y, en muchos caso es, para Europa; no es un grupo de personas de cierto color o ascendencia, necesariamente, son personas con cierta escala de valores y costumbres degradadas.

Por ejemplo, que el sujeto de mi historia sea a la vez un ladrón, un adicto, un degradado y un cristiano no es ninguna coincidencia pues, teniendo en cuenta que en el fondo esta religión solo fomenta el individualismo, la misantropía, la desidia moral, el hedonismo no resulta sorprendente, pero si alarmante cuando vemos que el capitalismo y el socialismo, los órganos políticos del judeo-cristianismo se han encargado: el primero de llenar de la búsqueda de la individualidad pervertida, del goce a través del dinero y el sexo sin sentido; mientras el segundo ha llenado el cerebro a las personas de una filantropía tan escasa de conciencia, del inhumo sentido de igualdad, del materialismo entronizado y camuflado bajo las banderas del pluralismo.

La aurora de otoño

Vivimos en naciones decadentes, mediocres, occidente es una civilización decadente, el Perú es un país mediocre, y esto lo digo con la mayor de las penas, de saber que mi pueblo, el suelo donde nací, una vez habitado por hombres orgullosos que comprendían del honor, la familia, la comunidad, la sangre, la fuerza, el amor y el orgullo; hoy todo eso se ha venido abajo. Pero, y a pesar que una postura franca y abierta como la mía a muchos les sepa aborrecible y la os ignorantes risible, me reconforta saber que en este camino me he topado con gente de la misma ligazón ideológica, individuos que entienden al Perú en una escala superior a la establecida por la mentira capitalista-comunista y eso es lo positivo de este relato, de esta memoria, que de a pocos, estamos levantando la cabeza, conociendo lo que nos rodea cuando aprendemos a observar; que la aurora de otoño puede y es posible para nuestro pueblo, que el verano esponjoso pronto terminará y con ello esta gloriosa nación en pasado, historia, cultura, descendencia y ascendencia retomará las riendas de su destino. Seguramente yo y mis compañeros no lo veamos llegar, pero estaremos contentos si es que al llegar el suspiro frío de la muerte las cosas se sienten más que prometedoras.

Una historia sobre segregación (El preámbulo)


I

Sucedió un día antes del año nuevo, me encontraba regresando de un encuentro amical con una persona a quien estimo mucho, me dispuse en el paradero, esperaba a que, como ya es típico en Lima, pasase un colectivo el cual no estuviese tupido de una masa ansiosa por llenar dicho transporte.

Llegó el momento en que pude subirme a un colectivo de tamaño grande, espacioso, de esos que me dejan tan cerca de mi casa sin preocuparme por el espacio o asiento que pueda o no haber. Esta vez (asumo que por el loquerío de fiestas de fin de año) tan solo habían disponibles dos asientos al fondo del colectivo (no suelo sentarme al fondo por razones de seguridad) me dispuse a ir hacía allá.


II

A lo largo del corredor del colectivo una voz estruendosa, chirriante, asquerosa se hacía notar. Parecía decir algo al conductor, un boca a boca que el cobrador trató de calmar mandando al fondo al hombre. Era un sujeto de estatura baja, de físico insignificante, no era gordo, tenía esa delgadez escasa de salud, aquella que no es de enfermedad, sino de aquellas que miras y te producen un tanto de repulsión. Sus ropas andaban acompañadas con el color de la mugre (ya sabes a cuales me refiero) amplias, sueltas, como de aquellos que tienen preferencia por coger lo que no es de ellos y en la moda de los guetos afroamericanos y centroamericanos.

El sujeto estaba en aparente intoxicación, no pude reconocer si era bajo el influjo del alcohol o acaso algún psicotrópico volador, el hecho es que estaba en “otra nota”. Sentado atrás donde fuera recluido hablada de “dios”, que era un hijo de dios, que a los ojos de dios todos son iguales, que solo dios sabe la verdad, que todos le ignoran porque es “negro” (para mi más tiene de zambo y mulato, que de negro) salvo la verdad de “dios”, y en una ocasión, recuerdo, preguntó a la gente si preferían que robara a que hablara de “dios”. Por supuesto, nadie le hizo son ni mucho menos le respondió.

III

Muy pronto, el asco y la repulsión me invadió los sentidos, me crispaba los nervios escuchar a ese parásito balbuceando cosas que ni él creía y mucho menos practicaba (supongo que es un reflejo de lo que es ser cristiano hoy, mucha palabra y poca acción en la vida real, todos se rasgan las vestiduras pero ninguno de ellos vive de acuerdo a su dogma). Pero no era tanto su perorata insuflada de autocompasión cristiana lo que me encabronaba, sino el hecho que este sujeto, este “NIGGER” apestoso se moviera, hablara e incluso se dirigiera a alguna mujer que le miró espantado con toda la sorna del mundo.


IV

Al poco rato, cuando un par de personas se levantaron próximas a bajar, la mujer que estaba a mi lado y yo, nos fuimos, asqueados hacia delante, ambos, nuevamente, en el mismo asiento. Miento, ella lo hizo temerosa, yo lo hice lleno de arcadas, con deseos de tener en mi mano, en mi puño, una pistola, un cuchillo para acabar con la “inexistencia” de ese batracio (la justicia debería tomarse en ciertos casos bajo la propia mano, y esta debería ser abalada por un Estado verdaderamente consciente de esto, aunque la mentalidad del peruano común y simple, subdesarrollada, solo degeneraría en desorden y anarquía).

V

No tardó mucho cuando alguna otra persona en los asientos personales de adelante descendiera del colectivo, ante lo que este sujeto aprovechó para dirigirse raudo hacia el primer asiento, el que por lo general también se reserva a las personas con discapacidad, a las madres con bebés, niños pequeños, mujeres embarazadas y personas ancianas. El individuo sin sentirse avergonzado posó su raquítico culo en el sitio comenzando a hablar, nuevamente, sobre dios, que ante sus ojos todos somos iguales, una escena de por sí patética, y hasta se acomodaba dando consejos relacionados con la fatalidad a cualquier que, a propósito o casualmente, le mirase. Un sujeto desechable, déjenme decirles.


VI

Pronto llegó la hora en que yo debía bajarme, llevaba mis audífonos puestos, en parte porque no soporto la música que ponen en dichos lugares, en parte porque no soporto las aglomeraciones de gente, en parte porque detesto el sonido del griterío de las personas en espacios tan pequeños, en parte porque quiero hacer de mis viajes momentos subliminales que la música y la lectura me provocan, y pasé al costado del individuo, pareció mirarme por un microsegundo para luego continuar incansable con su cháchara cual monólogo barato, yo descendí y el “hombre” (o imitación de uno) se mantenía allí, abriendo la boca sin saber para qué sirve esta.


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