Matar un hombre: una teoría nada teórica

viernes, 2 de septiembre de 2011



Como un día más

Todos los días, al salir de mi casa directo al laburo, cuando regreso a la misma tras cumplir las obligadas ocho horas laborables, cuando salgo a comprar pan, cuando me voy al cine, cuando viajo de un lugar a otro en este insufrible tráfico, cuando prendo la tele después de tener sexo me siento sino bombardeado por esta cultura que te absorbe, que llena el cerebro de una realidad subliminal que se presenta hermosa por fuera, pero espantosa en sus cimientos.

Aquello que no es secreto pero tampoco visto con atención

Hay toda una “industria” que tiene la intención deliberada de meternos en la cabeza que esto es bueno, esto es malo, quitarnos la capacidad de decidir sobre esto nosotros mismos, y no me refiero únicamente al plano de la música, la forma como uno es, la actitud que uno toma o la política, NO, hablo que hoy el mundo es una gran estantería donde se nos vende la idea que vivimos en un mundo mejor, un mundo donde la guerra son preventivas o cosas de “gentes” primitivas, un mundo de paz como no hubo en alguna era pasada de la historia humana, una época donde el conocimiento es parte de todos, donde el hambre es cosas del pasado y, si la hay, bueno, eso es porque la gente “quiere vivir en el pasado”. Esto nos dicen día a día, de manera directa y de indirecta, y esta última, por ende, es la más sutil y subliminal, es la que está destinada a tomar posesión de las mentes de los hombres, pues no pretende concientizarte de nada, menos ideologizarte, todo lo contrario, quiere hacerte sentir bien, “cool”, suave, quiere hacerte creer que la forma como vives es la correcta, que es a la que tú y los demás deben aspirar, que aquellos que no piensen así, las voces disidentes no sean toleradas en un mundo que se empeña por convencernos que todos somos iguales, que todos tenemos los mismos derechos y que lo diferente es sinónimo de pasado, de atraso, de estupidez, de “intolerancia”.

Un pensamiento único que hoy ha tomado las vidas de los hombres, dándoles la espalda a la libertad y que incluso, deja que existan (bajo su resguardo y mirada burlezca) ideas que dicen estar contra todo esto, representado por hombres y mujeres que no son sino vasallos de ese juego dentro del orden que dicen querer combatir.

Promesas ¡No, por favor!

Hablar de “conspiración” sería estigmatizar este texto a un nivel que no deseo, por ello, prefiero decir que esto es parte implícita de todo sistema que se respete y que pretenda tener las riendas del poder, generando sus propios códigos y claves, así como sus propias cortinas de humo y, por ende, su propia “promesa”, porque si en la antigüedad, antes del industrialismo, ese tema estaba reservado a las religiones del mundo (quienes eran las encargadas de darle el sentido a la vida espiritual y aspiracional del ser humano en todo sentido) hoy lo hacen los propios sistemas creados por el ser humano (véase el comunismo/socialismo/lo que sea, el fascismo, el nazismo, la globalización neoliberal que es la que hoy predomina) que han tomado la mentalidad de las personas creando una nueva promesa, la promesa del bienestar, de la igualdad, de la libertad, cosas que las religiones no supieron aprovechar, lo que, en buena medida, sirvió para la debacle de los grandes paradigmas espirituales del mundo de hoy.

¿Y qué fue de los paradigmas?

Hoy los paradigmas son la igualdad y la libertad. Tengo la sensación no intelectual pero si instintiva que el común de las personas alrededor del mundo tienen un concepto bastante bobo, soso sobre estas palabras: al hablar de igualdad todos se remiten a decir que “todos somos iguales”, mas cuando son preguntados del por qué todos son iguales, siempre recurren a ese facilismo de “porque todos tenemos los mismos derechos” y, ok, es simple, tonto, pero válido; pero me pregunto, ¿acaso estas definiciones de derechos no fueron establecidas por los mismos seres humanos? ¿Quién puede afirmar que esto sea, efectivamente, la verdad? ¿Solo porque un montón de personas así lo adoptaron? Podrán decir que es por lógica, pero por lógica también es pensar que no somos una aldea global, que hay diferencias culturales que nos diferencian, por ejemplo.

Respecto a la libertad, pues todos creen que esta consiste en hacer lo que les dé la gana, una estúpida rebelión eunuca y coloidal contra todo principio de autoridad simplemente porque es “autoridad”, de desmedro por las jerarquías porque muchos, en su estupidez mental, creen que las jerarquías son malas, que son una aberración. Yo me pregunto entonces ¿cómo se hubiera forjado la civilización humana si no fuera por la estratificación de la sociedad? ¿Cómo piensan suprimir el instintivo deseo del ser humano de juntarse con otros como él y de segmentarse para así formar grupos, comunidades, culturales, sociedades, naciones, estados? ¿Creando un hombre nuevo? Si quieren hablar de un hombre nuevo pues ya tienen a las religiones que lo han tratado por milenios, ya tienen a sistemas políticos como el fascismo, el neoliberalismo y el comunismo, quienes (este último) intentaron automatizar, uniformizar a todas las personas, homogenizarlas, negando su naturaleza instintiva, los procesos subjetivos de la mente en nombre de algo que fue una depravación sociológica, antropológica, histórica y científica.

Los falsos mitos de hoy

El mundo de hoy se ha vuelto morbosamente internacionalista, a tal punto que todo atisbo de identidad nacional es despreciado, visto con suspicacia, con horror; pero es esto, precisamente, lo que en el mundo de hoy, donde la globalización y el socialismo (teorías que desprecian la identidad nacional y cultural del ser humano) se unen pues no son enemigos, todo lo contrario, son parte del mismo paquete, uno sustentan al otro, el otro juega a serle diferente, pero en el fondo, su fundamentan, se fusionan, son hermanos, no se odian, se necesitan, son uno mismo. Es por eso que el socialismo persiste, no porque este contenga un hermoso ideal, puesto que todos los paradigmas del siglo XX lo han hecho. El socialismo no está vivo por voluntad de la gente (más de 100 millones de muertos es suficiente razón para que una idea como esta dejase de existir) sino porque la misma superestructura lo ha creado y necesita de una contraparte para mantenerse (su raíz se cimenta en los principios y atisbos de un judío rebelde), para no socavar sus bases, para seguir encumbrado.

Algo rancio como la “necesidad” moderna

El enemigo (si cabe el término) no es, sin duda, el hecho que los hombres decidan mantener su identidad, su cultura; todo lo contrario, son las ideas que hablan de flores, de igualdad, de libertad de una manera tan idílica, llena de romance, pero desprovistas de emociones, de coherencia con la realidad, con el instinto del ser humano. Y esto no es hablar de autarquismo, ni mucho menos. El mundo es de todos, si, y todos podemos andar sobre él, sin embargo, como esperar que un hombre viva como tal, con dignidad, conectado a sus raíces, a sus semejantes si se le quita lo único propio que le queda, su cultura; es matar en vida un ser viviente pensante y, digamos que el paradigma de la globalización no es mejor dado que no está interesado en darle un nuevo valor a la vida humana, por el contrario, lo llena de vacíos, que lo reducen a un pensamiento de Necesidad – Ansiedad – Compra – Insatisfacción – Necesidad – Ansiedad - compra, en ese orden, proceso que se repite sin parar, sin que nadie lo entienda, sin que nadie lo detenga. Porque esa es la libertad, esa es la igualdad de este mundo, donde estos sistemas buscan automatizar la conciencia humana y, al despojar de identidad a las personas. Lo están logrando.

Por eso, no hagan caso a las proclamas de los hoy llamados progresistas, los socialistas, aquellos “defensores” de aquello que osan llamar “derechos humanos”, no crean en los slogan del sistema, en los cuentos de hadas fabricados para hacernos creer que tenemos una vida mejor, que eso es la igualdad, que eso es la felicidad, que eso es la libertad. Puedes tener todo lo que quieras, hacer lo que desees, divertirte como gustes, con quien gustes, sin control de tus actos, creyendo ser diferente, pensado que eres rebelde (cuando no) y, sin embargo, de qué igualdad hablas, de qué felicidad, de qué libertad hablas cuando estás sumergido en la necesidad de consumir, que todo el mundo gira en torno a las necesidades impuestas. El mundo como nos presentan, como te presentan se basa en ello: tu diversión se sustenta en las ansias de consumir, tu placer es la necesidad de consumir (sexo, alcohol, música, libros, ideas en excesos) te han desolladlo toda la pureza de mente que tenías (que teníamos) en el cerebro, no han dejado nada para tu propio uso, no te han reforzado con ideas, tan solo con frases simples, bien elaboradas, demasiado ambiguas y subliminales como para que puedas detenerte a meditar sobre ello, SI, eso te pasa (nos pasa). No le mientas a tu existencia pensando que tu sensibilidad es tu distinción, no te mates arguyendo que saber mucho es tu válvula del conocimiento, no sustentes que creerte diferente te hace mejor que el resto, no asumas que ser rebelde es estar contra lo establecido, no comentes que ser un bobo misántropo, autodestructivo y demás te pone por encima de esa gran masa de ovejas pensando ser fuerte, cuando lo único certero es que no tienes nada que decir salvo el vacío que sientes en el alma, que esa depresión sin origen ni razón es porque tu ser es hueco, que esa insatisfacción profunda y general que no culmina aún cuando hiciste aquello que tanto anhelabas surge del hecho que tu vida ha perdido la noción de su propia existencia.

Iguales, si, pero de otra manera

Yo no podría decir que soy mejor que tú, que estoy en una escala/nivel superior al tuyo, jaja, eso sería lo más patético que alguien pudiera argüir. No. No lo estoy, estamos todos en igualdad de condiciones ante la vida y demás, la diferencia se hace cuando uno aprende sobre sí mismo, cuando se conecta al mundo de verdad, cuando aspira a algo más que un fin material, cuando uno busca su identidad en relación a todo ese enorme background que toda persona tiene detrás de sí y en sí mismo. Eso, contrario a lo que se hace hoy, no es matar a un hombre, es descubrir un nuevo camino, una nueva manera de entender el mundo, es una forma alumbrar una nueva vida.



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